Los más felices sin duda son los coqueros y vendedores de raspados.Sus ventas se han multiplicado en estos días que van de miércoles a domingo de Semana Santa y tal vez nunca como ahora habían vendido tanto.

Algunos incluso se dan el lujo de subir los precios, y el agua de coco embotellada que antes vendían a doce pesos, la venden a quince y hasta veinte pesos.

Es momento de aprovechar y mientras sigue el futuro incierto por aquello de que nos reubican o no nos reubican, nos vamos o nos quedamos, los dueños de los puestos fijos alrededor de la Laguna del Náinari hacen su agosto en abril.

Mientras la gente pasea, en grupos de jóvenes, de familias acompañadas de la mascota, todos felices de respirar un poco de aire fresco en estos días de calor que ya empieza a sentirse en la ciudad.

El aire de la Laguna los reconforta y los consuela por no haber salido a una playa. Pero vale la pena pasar aquí la tarde, saboreando un refresco o tostielotes, cualquier antojo es bueno.