Operación Cóndor
Sergio Ibarra
Sábado 30 de Abril de 2011

A propósito de la falta de resultados en las llevadas y traídas estrategias que contra el crimen organizado se han venido implementando por cada gobernador en turno y a pesar de la cacareada “ coordinación” de los tres niveles de gobierno -que en la práctica es más de lo mismo- para enfrentar a los malos, me viene a la memoria aquella tarde del verano de 1973 cuando un telefonazo a la redacción del vespertino para el que trabaja por aquellos días,  nos sacó prácticamente de la rutina, no sin asombro y hasta cierto recelo.

-¿Habla el señor Sergio Ibarra?- preguntó con voz inquisidora el interlocutor que había pedido hablar con el suscrito.

-Sí señor, él habla. A la orden.

-Mire, le hablamos de parte de mi coronel Manuel Belmonte Aguirre, comandante del 18 Regimiento de Caballería para que nos acompañe usted mañana, en punto de las seis de la mañana, en las instalaciones del cuartel, a efecto de sostener un encuentro personal con nuestro comandante.

La voz, ciertamente, era la de un  militar que se había anunciado como un teniente, asistente personal del señor Belmonte.

 Fino y educado en su trato, el oficial entró de lleno al tema:

-Se trata de demostrarle a usted que en la sierra no hay sembradíos de droga y que nuestras incursiones por arriba de Álamos son meramente de servicio a la comunidad a la que asistimos con servicios médicos, atención veterinaria, peluquería y la restauración de sus casas en algunos casos críticos, así como la entrega de despensas.

El oficial se refería al reportaje de ese día en el que se destacaba el despliegue militar sierra arriba de Álamos y las comunidades de San Bernardo y Los Tanques, firmado por este  servidor.

Luego de aclarado lo anterior, fijó de inmediato las condiciones del encuentro:

-Mañana, a las seis de la mañana en punto, un oficial estará en su domicilio para recogerlo y traerlo al  cuartel.

Y en efecto. Cual Lord inglés, una patrulla, compuesta de unos tres soldados, a bordo de un jeep militar, estaba a las puertas de mi domicilio a las seis en punto de la mañana. Ni un minuto más ni un minuto menos. Acompañado del fotógrafo asignado para el caso, subimos al jeep y en cuestión de 20 minutos ya estábamos de frente al coronel que, corrido el tiempo, habría de llegar a ser el jefe de las guardias presidenciales en el sexenio de Vicente Fox pero ya convertido en general brigadier.

Tras las rápidas presentaciones, el jefe del entonces 18 Regimiento de Caballería, instalado en lo que hoy son las casas de algunos militares, a la entrada de Esperanza, dio la orden de partida:

Se trata -según nos explicaba el Coronel ya una vez instalados en su auto, enfilados rumbo a la sierra- de que ustedes conozcan, de primera mano, la labor que realizamos en la sierra y que nada tiene que ver en la lucha en contra del narcotráfico o con posibles brotes de guerrillas.

Una vez llegado a San Bernardo, el jefe del Regimiento mandó matar una vaquilla, ordenó café “arriero” para sus invitados a efecto de que estuvieran listos para la comida del mediodía. El despliegue de soldados era impresionante y al primer grito del capitán Coronado -hombre, por cierto, de boga en esos días por lo que de él se contaba en sus enfrentamientos con la guerrilla de aquellos años-  todos se ponían a trabajar en las tareas asignadas previamente. Y, sí, ciertamente, se prestó servicio de peluquería a niños, jóvenes y ancianos, lo mismo que se dieron consultas médicas (mismas que estuvieron a cargo del entonces Mayor, médico militar, Antonio Romero Maciel, convertido hoy en flamante general brigadier y con residencia aquí en Cajeme, según lo hemos seguido viendo por estas calles de Dios) reforestación de algunos pequeños jardines domésticos y la restauración de algunas desvencijadas viviendas.

El tiempo habría de demostrar que, ciertamente, el ejército mataba dos pájaros de un solo tiro: brindaba asistencia a las familias desprotegidas de la sierra en el sur del estado a la vez que desplegaba su labor de inteligencia para, una vez llegado el momento, dar el zarpazo -como finalmente ocurrió- al ponerse en marcha la llamada “Operación Cóndor” con la que prácticamente se desterró todo vestigio de siembra de estupefacientes.

 Con lo que no se contaba, tal vez, era que la reacción y mutación del mal, nos habría de llevar a convertirnos en el principal corredor de la cocaína lo que de pasó significó la expansión del monstruo de mil cabezas y muchos otros tentáculos en que  ha degenerado ahora el narcotráfico para el que, por lo visto, se hace necesaria otra operación Cóndor pero elevada a la cuarta potencia para acabar con situaciones como la ocurrida en Hermosillo en donde ocho comandantes de la gendarmería municipal resultaron estar involucrados en negras actividades y hasta con el asesinato de dos agentes de la PEI, con base en Hermosillo.


FIERRITOS EN LA LUMBRE

Cómo se me hace que más que la reelección, en el caso de diputados y alcaldes, a lo que los senadores debieron de haber puesto mayor atención es al rubro de la consulta popular y más que esto, un referendo para  que sea la voz del pueblo (la voz de Dios) la que decida si don Perpetuo continúa o no al frente de la alcaldía y no tengamos que esperar tres largos años para verlo partir -sin agra!- con las ganas de que vuelva… pero lo que se llevó a su paso por la alcaldía.

Por lo visto, y de acuerdo a los que saben, ciertamente el espíritu del primero de septiembre del 2006 estuvo muy presente en la sede del Senado este pasado miércoles que se aprobaron algunas reformas y en las que, a las claras  se advierten las vencidas entre los dos presidenciales más destacados del momento; el sonorense Manlio Fabio Beltrones y el gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto.

Además de “espirituosa”, la enmienda a la ley que habla de la toma de protesta del Ejecutivo federal, no es otra cosa que el miedo que tanto PRI como PAN le tienen a que se vuelvan a repetir los hechos en que, quien tenga que suceder a Calderón, lo haga en la forma desaseada y por demás ridícula en que lo hizo el michoacano, por la puerta de atrás y no por el frente como tendrían que hacerlo los vencedores, así de sencillo. Y por cierto, ¿qué dice el parche que por temor al “coco” llamado López Obrador le hicieron a doña Consti?. “Si por cualquier circunstancia, el Presidente de la República no puede rendir protesta ante el Congreso de la Unión lo podrá hacer de inmediato ante el Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación”. Nada más les faltó agregar, como dijo aquel: “Haiga sido como haiga sido”.  Nótese que por ningún lado se advierte el lugar o residencia en que tendrá que llevarse a cabo la protesta; es decir, lo mismo puede ser el recinto de la Suprema Corte que el puesto de garnachas de doña Maruca allá por rumbos de la Bondojo. El caso es que levante la manita.

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