En México, alrededor del 30% de las personas entre 20 y 69 años tiene alta presión arterial, aunque sólo 39% de ellos sabe que la sufre, porque al principio de la enfermedad los síntomas son leves o no existen. Del total de los mexicanos con la presión alta, tres cuartas partes tienen menos de 54 años, según una encuesta realizada en 2005.
A este padecimiento se le ha llamado “el asesino silencioso”, pues la mayoría de quienes lo padecen no lo saben sino hasta que ya ha avanzado y ha producido daños en venas y arterias y en otros órganos. Lo peor de esta enfermedad es que tan sólo 19.2 por ciento de los pacientes diagnosticados tiene un buen control de su presión.
Padecimiento multifactorial
La razón por la que resulta difícil controlar la presión arterial es, probablemente, que se trata de un padecimiento multifactorial (que tiene muchas causas), pues involucra al sistema endocrinológico, al cardiovascular, a los riñones, a ciertos genes y hasta a factores ambientales, como el consumo de sal, obesidad, consumo de alcohol, tamaño de la familia, profesión y hacinamiento. Es probable que la combinación de algunos o todos esos factores cause la enfermedad, de la misma forma que la neumonía puede ser causada por muy diversos agentes infecciosos, aunque los signos y síntomas sean similares. De una manera semejante, el tratamiento de la presión elevada dependerá de la causa que la provoque.
Por lo pronto, lo que han encontrado los médicos es que, independientemente del tratamiento farmacológico que se prescriba, lo que da buenos resultados es el cambio de estilo de vida. Por supuesto que no es fácil modificar los hábitos de un día para otro, pero se recomienda:
Reducir de peso, disminuir el consumo de alcohol (menos de 30 mililitros por día); dejar de fumar, reducir el consumo de sal, disminuir el consumo de alimentos industrializados, refrescos, harinas refinadas y grasas de origen animal; disminuir las tensiones laborales y familiares; realizar un programa de actividad física, como caminar 30 minutos al día, previa valoración de los riesgos.
En tanto no se encuentre un tratamiento efectivo para la presión arterial elevada, estas medidas pueden modificar el pronóstico de los pacientes y son menos costosas que los medicamentos que se deben tomar prácticamente de por vida.
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