"Mi amor de estudiantes, mi primer amor...", canciones como ésta inspiraban a un residente de la Loma de Bácum cada vez que se acercaba a él la bella mesera del bar Club Verde, ubicado en la calle California entre Galeana y Zaragoza.

Era de noche, ella reinaba en la barra del bar y cada vez que se acercaba a él  le dibujaba un corazón con sus dedos en la bolsa de la camisola. Y la mano de él le correspondió como debía ser.

Así pasaron las alegres horas hasta que él se despidió de la amable y bella mesera que sacudió sus castos anhelos.

Pero todo el romance se vino a bajo de repente al darse cuenta él que le faltaba la cartera que llevaba entre su ropa. Rápido regresó al Cub Verde, pero ahora acompañado de un par de jenízaros que detuvieron a la servil mesera, presunta culpable de la ausencia carteril.

Poco después ambos tuvieron que soplar frente al médico legista de Seguridad Pública, quien con el alcoholímetro en mano llegó a una certera conclusión:

Ambos, el acusador y la acusada, estaban en segundo grado... de ebriedad.