¿Libertad de expresión o de autocensura?
Aureliano R. Candelas
Martes 07 de Junio de 2011

Desde 1951, en México se celebra el Día de la Libertad de Expresión, una idea que surgió motivada principalmente por los intentos reeleccionistas de Miguel Alemán Valdés y su grupo político denominado “Los Tanprontistas”, mote adjudicado por la forma tan rápida que amasaron grande fortunas.

Para convocar a los editores de la época se valió del coronel José García Valseca, dueño de una cadena de diarios, que se convirtió más tarde en la Organización Editorial Mexicana (OEM). A cambio de este apoyo, los editores consiguieron que se les condonaran las deudas con Pipsa, empresa gubernamental que controlaba el papel.

Además de rendir pleitesía al gobernante en turno, el festejo era un indicador importante para conocer cómo andaban las relaciones entre los medios y el poder. De los discursos más memorables fue el pronunciado por José López Portillo en 1982, cuyo destinatario era la revista Proceso por la línea crítica hacia su gobierno.

“¿Una empresa mercantil organizada como negocio profesional tiene derecho a que el Estado le dé publicidad para que sistemáticamente se le oponga? Esta es, señores, una relación perversa, una relación morbosa, una relación sadomasoquista que se aproxima a muchas perversiones que no menciono aquí por respeto a la audiencia: ‘te pago para que me pegues’. ¡Pues no, señores!”. Jolopo dixit.

La fecha siguió vigente hasta la llegada de Vicente Fox, quien suspendió el tradicional evento, al mismo tiempo que promovió que se cambiará la fecha para el 3 de mayo, ya que desde 1993 la ONU festeja el Día Mundial de la Libertad de Prensa.

Algunas cosas han cambiado en la alternancia, pues ahora la censura no necesariamente viene del gobierno, también de grupos económicos y de un poder fáctico que empujó con más fuerza al periodismo hacia la autocensura, tanto que algunos medios se vieron obligados a pedirle al crimen organizado que definiera los contenidos.

Si en el sistema priísta se aplicaban, de acuerdo a la situación, los tres erros: encierro, destierro o entierro, en los tiempos de la guerra contra el narco las opciones se reducen al último erro. Por algo el informe de Reporteros Sin Fronteras afirma que México es uno de los países con mayores riesgos para ejercer el oficio.

En el tema de inversión publicitaria poco se ha avanzado porque continúa el criterio de premio o castigo, donde se valora más si un medio es útil para el gobierno en turno, que para mantener bien informados a los ciudadanos. Varias iniciativas para regular la publicidad gubernamental roncan en la congeladora de la Cámara de Diputados.

Y hay otra autocensura que no viene de la prudencia o la conveniencia sino de la arrogancia de quienes trabajamos en los medios, que nos sentimos todólogos sin pagar el precio de la actualización para mejorar el desempeño y obtener lo más valioso para un periodista: la credibilidad.

Hasta ahora mucho festejo y muy poco compromiso como gremio para cumplir nuestro papel de manera profesional. Es cuanto.

 
Sección de nostalgia por el ogro filantrópico.

En su libro Prensa vendida, Rafael Rodríguez Castañeda, hoy director de la revista Proceso, sintetiza lo que fue la celebración de l Día de la Libertad de Expresión a lo largo de los sexenios:

 

Miguel Alemán.- Gracias Señor Presidente.
Adolfo Ruiz Cortines.- A sus órdenes, Señor Presidente.
Adolfo López Mateos.- Cómo usted diga, Señor Presidente.
Gustavo Díaz Ordaz.- Hasta la ignominia, Señor Presidente.
Luis Echeverría.- Estamos con usted, Señor Presidente.
José López Portillo.- Bravo, Señor Presidente.
Miguel de la Madrid.- Nos aguantamos, Señor Presidente.
Carlos Salinas de Gortari.- Nos modernizamos, Señor Presidente.

Si a Felipe Calderón le hubieran tocado los tiempos de la Presidencia Imperial,  cómo quedaría la frase para su sexenio?

Sería algo así como, Vamos ganando la guerra, Señor presidente.

Se aceptan sugerencias.

 
 

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