El vuelo de la libélula
Jorge A. Lizárraga Rocha
Martes 28 de Junio de 2011

En uno de los momentos que, gracias a Dios, he aprendido a tener de observación de la naturaleza, se me cruzaron por el camino, o mejor dicho me crucé en el camino de dos libélulas, las cuales volaban a poca distancia de donde me senté a la orilla de la laguna. Las estuve observando unos quince minutos.

Desde chico me ha fascinado verlas, recuerdo que mis hermanos las atrapaban y les amarraban un hilo para mantenerlas cerca, a mí en lo personal nunca me atrajo agarrarlas, me daban hasta cierto miedillo, quizá por el nombre que aquí les damos: “caballitos del diablo” (más adelante veremos que estamos hablando de dos especies diferentes)

A continuación transcribiré unos apuntes que encontré en varias páginas de internet sobre este especial insecto, criatura de Dios, lo que aumentó mi fascinación por ellas, pues encontré que no son tan sencillas como las vemos al volar enfrente de nosotros.

Los anisópteros (Anisoptera, del griego ανισος anisos, "desigual" y πτερος pteros, "alas") son uno de los dos infraórdenes clásicos del suborden Epiprocta. Se conocen con el nombre común de libélulas, aunque este término, un tanto vago, suele usarse también en un sentido más amplio para designar a todos los odonatos.

Son, insectos que no pueden plegar las alas sobre el abdomen. Se caracterizan por sus grandes ojos multifacetados (muchos “ojitos” juntos), dos pares de fuertes alas transparentes y abdomen alargado. Se alimentan de mosquitos y otros pequeños insectos como moscas, abejas, mariposas y polillas. (Yo no sabía ni me imaginaba que fueran carnívoros).

Su hábitat natural se encuentra en las cercanías de lagos, charcos, ríos y tierras pantanosas, ya que sus ninfas son acuáticas. Las libélulas no pican a los seres humanos, y son valiosas como depredadores controlando las poblaciones de insectos como los mosquitos y las moscas (que son transmisores de enfermedades como el dengue y la gastroenteritis).
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Los caballitos del diablo o señoritas (suborden Zygoptera), se confunden a menudo con las libélulas. Sin embargo, ambos grupos son diferentes; los zigópteros mantienen las alas juntas, pegadas al cuerpo, cuando están en reposo, mientras que las libélulas las mantienen separadas horizontalmente o ligeramente inclinadas hacia abajo y hacia adelante; Los caballitos del diablo poseen cuerpos más delgados y son más frágiles en su vuelo. Ambos poseen ciclos vitales similares.

Poseen una vista excelente, gracias a la peculiar estructura de sus ojos: alrededor de 30.000 facetas (ojitos) dispuestas de tal forma que le permiten aproximadamente 360º de campo visual. Estos ojos multifacetados, por lo general, se juntan en la parte posterior de la cabeza y le permiten ver a su presa desde una distancia de hasta 12m. La libélula no puede caminar por la posición frontal de las patas, pero la forma de "canasto" de éstas le permite atrapar a su presa.

El ciclo de vida de las libélulas, desde la fase de huevo hasta la muerte en edad adulta, abarca entre seis meses hasta seis o siete años. Las libélulas hembras ponen los huevos en o cerca del agua, a menudo en las plantas flotantes o emergentes. Los huevos eclosionan en ninfas. Mientras que están en la etapa de ninfa se alimentan de larvas de mosquitos. La mayor parte de la vida de una libélula se gasta en forma de ninfa, por debajo de la superficie del agua, usando mandíbulas extensibles para capturar otros invertebrados o incluso vertebrados como renacuajos y peces.

El macho de la libélula impone sus derechos sobre un territorio cercano al agua y lo defiende ferozmente de todos sus rivales. Cuando llega la hembra, el macho modifica su estilo de vuelo. Así, realiza una exhibición para cortejar a su compañera, antes de sujetarle la cabeza con pinzas especiales ubicadas en el extremo de su abdomen. Luego, la hembra arquea su abdomen hacia adelante para reunir sus órganos sexuales y se produce la fertilización.

Las libélulas han estado en la Tierra por más de 250 millones de años. Han cambiado muy poco con el tiempo. Igual a las libélulas antiguas, las libélulas modernas viven dentro y fuera del agua.

Como podemos ver las libélulas no son cualquier cosa, son importantísimas para nuestros ciclos vitales, por lo que debemos de proteger su hábitat para conservarlas en nuestro entorno.

Considero que todos debemos buscar la oportunidad de tener unos momentos “a solas” con la naturaleza eso nos sirve para entender su magnificencia y nos da oportunidad de investigar algunos aspectos que enriquecen nuestras vidas. Quizás esos momentos “a solas” se conviertan en meditación u oración, lo que será una ganancia extra.

 
 

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