Un deporte maravilloso
AL BAT: Jesús Alberto Rubio
Martes 05 de Julio de 2011

Relevante, significativo, el mensaje vertido por el doctor León Lerma al momento de ser inducido al Recinto Sagrado del beisbol mexicano:

“Hoy es un día muy especial para mí  y para mi familia. Un día de gran emoción; de indescriptible satisfacción; enorme  orgullo e inmensa felicidad

El Béisbol es un deporte maravilloso del que uno se enamora fácilmente.

Ya sea de su cara humilde y modesta del que se juega  en  el llano, o de su faceta de modernidad del que se practica en la majestuosidad de los estadios de hoy.

Yo me enamoré del béisbol como todos los de mi generación, jugando en la calle, con almohadillas de piedra, con guantes de lona, pelotas recubiertas cosidas a mano y con bates de amapa, guásima o chilicote.

Es este contexto el que le dio forma, estructura y solidez, al concepto de vivir siempre enamorado del béisbol.


A lo largo de mi existencia he tenido, por supuesto, otros amores:

·El amor de mis padres que me trajeron al mundo y me dieron sabiduría en la formación y ejemplo de rectitud y dignidad frente a la vida.

·El amor de mis hermanos, con quienes disfruté una niñez y una juventud  inolvidables, tan solo interrumpida por el derecho de cada uno a seguir el camino de su propia felicidad, o por el advenimiento de una muerte inesperada y triste.¨*

·El amor de mi esposa, Silvia, leal compañera, apoyo indiscutible para formar juntos una Familia integrada, creciente y feliz

·El amor de mis hijos, que lo son todo para mí, me premian con nueras y nietos maravillosos y me impulsa a seguir adelante, dándole continuidad a una vida que parece no tener fin.


Pero también:

El amor a la Medicina, a la cirugía, a la terapéutica; a la política en su exacta concepción de “actividad del hombre”; el amor que se expresa en la amistad de tantos y tantos  compañeros de escuela, de trabajo y  de alegres correrías.

Amores, amores y más amores

Imposible negar que he sido un hombre muy afortunado.

No soy quien para juzgar si he sido buen hijo, buen hermano, buen esposo, buen padre, buen abuelo, buen médico, buen político, buen amigo o un buen directivo del béisbol. Sólo sé que en todas mis obligaciones y compromisos, puse siempre el mejor esfuerzo, apasionada entrega y el corazón por delante.

Pero de lo que sí estoy completamente cierto, es que de todos mis amores, recibí siempre deferencias, cariño, apoyo, estímulo, aliento, recompensa y retribución: y siempre en mayor cantidad de la yo he podido otorgarles.

Hoy el béisbol, espléndido y magnánimo, me otorga un reconocimiento, un homenaje, una exaltación, más allá de mis expectativas y un privilegio tal vez inmerecido, pero muy oportuno, porque me permite sentirlo, gozarlo y disfrutarlo en vida, en buen estado de salud física y mental y sobre todo con la madurez suficiente para entender que el Béisbol  es más grande que todos los que lo integramos.


Ingresar al Salón de la Fama del Béisbol Mexicano junto a extraordinarios jugadores como Mercedes Esquer, Teodoro Higuera y Jimmy Collins, así como compartir la inmortalidad al lado de excelsos personajes que allá nos esperan, es doblemente honroso y significativo.  Felicidades compañeros.

Agradezco al Comité Elector, a mis amigos  periodistas y al propio Salón de la Fama, la distinción que hoy me confieren.

Al béisbol por todo lo que me ha dado y lo que ha llegado a significar en mi vida.

A mi familia, por su comprensión, apoyo y solidaridad.

A mis amigos,  a quienes, parafraseando al gran José Martí, les digo que para todos, cultivo y cultivaré siempre UNA ROSA BLANCA.


Finalmente, agradezco infinitamente a DIOS: por darme la Vida; cuidarme en el camino; llenarme de bendiciones y permitirme llegar hasta aquí para recibir tan alto y significativo Honor, que me produce esta emoción tan grande y esta Felicidad Infinita.

“Concédanme también el Honor de compartirla con todos ustedes”. Muchas gracias.

 
 

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