"¿Qué llevas allí?", preguntáronle los agentes a José Ángel cuando caminaba tranquilamente por las solitarias calles del Parque Industrial, soñando despierto en el día en que dejaría ser un obrero de maquiladora para convertirse en el dueño de una. 

De sus sueños fue sacado por esa pregunta molesta que salió desde una patrulla. Y su respuesta fue como de personaje de Juan Rulfo:

"Nada, siñor policía, nomás traigo mi gallito de oro pa las reumas".

"¿Cuál gallo, yo no veo ningún gallo?", preguntó el que manejaba la patrulla mientras su compañero se bajaba y de un salto cayó José Ángel.

"A ver, enséñame tu gallo".

Y el humilde muchacho sacó de su bolsa un rollito de papel como ese que viene en las cajetillas de cigarro, rollito en cuyo interior dejábase ver una especie de yerba con las características de la manzanilla, pero no era manzanilla.

"¿Gustas?", dijo el joven al policía que ya lo estaba esposando.

"¿Cómo, yo? Jamás, soy incapaz, ni siquiera sé a que sabe esa maldita hierba que provoca risas y después dolores de cabezas", aclaró el uniformado.

Y para evitar que José Ángel consumiera el mencionado gallo, se lo quitaron y lo internaron en una suite de la calle 300 y Jalisco, donde ahora sufre al recordar su malogrado gallito.