Acciones pequeñas … miles de acciones pequeñas
Jorge A. Lizárraga Rocha
Sábado 23 de Julio de 2011

Jorge A. Lizárraga Rocha

Esta frase se la escuché a uno de los exministros de Sudáfrica que durante su gestión en décadas pasadas, mandó matar a cientos ¿o miles?, de personas de color, y estaba pidiendo perdón por su actuar anterior. Cuando Nelson Mandela llegó al poder, este señor, no recuerdo su nombre, decidió pedir perdón pues los remordimientos no lo dejaban vivir. Él decía que para reconstruir a su país, destrozado por la eterna guerra racista que vivieron, era necesario que todos realizaran acciones pequeñas, pero miles de ellas, para recuperar la unión perdida.

Creo que esta frase es aplicable para nuestro actuar en todos los sentidos, y podría ser la base para solucionar la mayoría de los problemas que como comunidad enfrentamos.

Si queremos erradicar la violencia de nuestras calles, hay que emprender muchas acciones pequeñas para desaparecerla, entre ellas me atrevo a enumerar las siguientes: hablar con nuestros hijos para que no se involucren en la violencia; convivir más tiempo en familia y con los vecinos, una forma puede ser sentándonos en la banqueta al atardecer, jugando, platicando, descansando, incluso de esta manera podríamos recuperar esa parte de la calle que en muchos casos se ha perdido; evitar que la diversión familiar consista en ver en televisión situaciones de crímenes y violencia, buscar, y ojalá encontrar, programas donde no se endiose esta lacra que estamos viviendo; evitar que las reuniones familiares y de amigos dependan del consumo de bebidas embriagantes, nubladoras de la razón y que pueden terminar en actos violentos.

Mejorar la situación económica se puede lograr evitando gastos superfluos, muchas veces inducidos por los medios propagandísticos; conseguir los satisfactores que requerimos de la manera más económica, no dejarnos ir por la marca que está de moda o lo que “exige la sociedad” para ser aceptados; reducir nuestras necesidades a lo más indispensable, claro dándonos gustos cuando sea posible; buscar diversiones gratuitas, como caminar, observar la naturaleza, convivir con la familia y amigos sin involucrar el consumo de bebidas embriagantes, generadoras de gastos excesivos la mayoría de las veces.

Para tener un ambiente limpio, simplemente si no lo ensuciamos sería un avance fenomenal. Si cada uno de nosotros, en familia, barremos y recogemos la basura del frente de nuestra casa, haríamos alrededor de 100,000 acciones pequeñas, esperando y rogándole a Dios que las autoridades hagan las acciones grandecitas de recoger la basura acumulada, de esa manera tendríamos una ciudad limpia para volver a empezar; si dejamos de comprar productos que generen basura innecesariamente, la cantidad de basura por disponer en el basurón se reduciría drásticamente; al dejar de comprar refrescos y bebidas embriagantes que vienen en envases no retornables, aparte de reducir nuestros gastos en estos productos, se vería en un mejoramiento de la limpieza de nuestras calles.

Si volvemos al uso de la “bolsa del mandado” y al ir al mercado o adonde hagamos nuestras compras pedimos que los productos se pongan en la bolsa, dejaríamos de utilizar diariamente cientos de miles de bolsas de plástico que después de su efímero uso van a dar, en el mejor de los casos, al bote de la basura y en muchos a la calle.

La armonía familiar se podría recuperar, en los casos en que se haya o se esté perdiendo, con acciones pequeñas tan sencillas como el hacer, por lo menos, una de las comidas en familia; lo ideal sería que en la noche cenáramos todos juntos y comentar los sucesos del día, eso sí, sin prender la televisión para no meter ruidos extraños en nuestra convivencia familiar; al despedirnos para ir a la escuela, el trabajo u otras actividades cotidianas, darle un beso a los que se queden en casa, señal de que los llevaremos con nosotros durante el tiempo que estemos fuera.

Al reunirnos con nuestros amigos en el café vespertino, costumbre tan sabrosa en nuestra comunidad, hacer las acciones pequeñas de evitar (o reducir por lo menos) las pláticas destructivas para el prójimo o nuestros opositores ideológicos; encauzar las pláticas hacia temas positivos, o por lo menos la parte positiva de los temas negativos, es necesario levantarnos el ánimo unos a otros.

Si no empezamos con un paso, acción pequeña, nunca realizaremos la caminata que nos propusimos.

Acciones pequeñas para solucionar problemas grandes.

 

 
 

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