Al borde del precipicio
Jorge A. Lizárraga Rocha
Lunes 08 de Agosto de 2011

Empecé a ver una película, sin muchas ganas pues el tema era apocalíptico como ahora es la moda en el cine, la tele, los periódicos, las cafeseadas, etc.; sin embargo, lo rescatable de la película fue una sola frase que llamó mi atención: “Cuando el ser humano está al borde del precipicio, entonces cambia para bien”. Lo demás de la película ya no tuvo interés para mí, pero esta frase siguió dando vueltas en mi cabeza.

Ya en la realidad de mis pensamientos, empecé a meditar sobre esta frase, y encontré muchos precipicios a los que nos enfrentamos cotidianamente, algunos nos hacen cambiar para bien, pero otros dejamos que nos devoren y caemos en ellos sin aprovechar la oportunidad de cambiar. Permítanme comentar sobre los precipicios que debemos aprovechar para cambiar.

Desagraciadamente estamos ya a punto de iniciar, ¿o inmersos?, en las campañas políticas para que algunos grupos logren el “poder” del país; esta situación provocará la presencia de muchos precipicios que pueden hacer caer a muchos, y su desgracia la vivirán durante 6 ó 3 años, según sea el ámbito federal o municipal, si su candidato no gana. Los precipicios a que me refiero son los ataques en forma de desprestigio,  mentiras, traiciones, etc. que se dan entre y contra los grupos que quieren llegar al “poder”. ¿Es necesario crear estos precipicios?

Estamos ante una gran oportunidad de cambiar y hacer de las campañas políticas un ejercicio que sea para bien de todos los mexicanos, hacer de ellas un campo para emitir proposiciones positivas, unir las buenas intenciones de todos los contendientes, azules, amarillos, rojos, verdes, morados, anaranjados, etc., y todas convertirlas en un solo grupo de intenciones de un color único: el blanco que es la conjunción de todos los colores de acuerdo con el Prisma de Newton.

Otro precipicio que se nos presenta demasiado seguido es el de pleitos o peleas, la mayoría sin sentido y algunas de ellas en el ámbito familiar; yo prefiero llamarlos diferencias de opinión o desacuerdos más que pleitos o peleas. Podemos aprovechar este precipicio para cambiar de manera positiva nuestras relaciones con aquellos a quienes queremos, pero que por circunstancias no muy claras quizá no estamos de acuerdo en algo, y llegar a la reconciliación antes de que no la podamos lograr. Recordemos que tenemos un tiempo de vida limitado y contestemos la pregunta ¿Para qué llorar a los muertos si podemos reír con los vivos?

Nuestros jóvenes y algunos ya no tanto, se acercan peligrosamente al precipicio de verse involucrados en situaciones peligrosas para su salud, estabilidad emocional, su integridad física, su libertad, etc. solamente por el “gusto” de sentir fluir la adrenalina; eso dicen pues en la tele se oye muy suave esto, lo que no saben es que mientras estemos vivos la adrenalina fluye y fluirá en nosotros. Cuando este precipicio los lleva a verse encerrados, ya sea en un hospital, en un recinto, o incluso en su propia casa sin poderse mover, estoy seguro que piensan en el cambio positivo para evitar volverse a ver en esa situación, esto no es demasiado tarde en la mayoría de los casos, aunque en algunos ya no hay vuelta atrás.

Lo que sí es seguro es que aquellos que verdaderamente nos quieren, familiares y amigos, harán todo lo posible para que no nos devoren los precipicios a los que a veces nos acercamos involuntaria o voluntariamente.

Emito una serie de preguntas ¿Para qué esperar estar al borde del precipicio para cambiar? ¿No es más bonito jugar en lo planito que al borde del precipicio? ¿No es más bonito ver los precipicios naturales, como la Barranca del Cobre o el mirador de la Presa del Oviachic, sabiendo que si tenemos cuidado no caeremos en ellos?

Ya para finalizar, agradezco muchísimo a mis amigos cafeseros que me apoyaron en mi efímera “candidatura” para la presidencia municipal, pero agradezco más a quienes no me apoyaron, estoy seguro que evitaron que me acercara a un precipicio de magnitud desconocida.

 
 

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