Columna de Hierro
Sergio Ibarra
Martes 16 de Agosto de 2011

Manuel Bartlet Díaz, al lado de Gustavo Díaz Ordaz, Echeverría y don Fernando Gutiérrez Barrios, ha sido de los pocos secretarios de gobernación que supieron llevar los hilos de la tenebra política y el poder en el tiempo que estuvieron al frente de la dependencia encargada de ser los ojos y los oídos del presidente de la República en turno.

Los también llamados jefes del gabinete sencillamente supieron ejercer el mando como responsables de la política interior y cuando tuvieron que imponer la ley, no les tembló la mano ni la voz para mostrarse como los funcionarios implacables, responsables de meter en orden y en cintura a los detractores del régimen para el que trabajaron en horarios de hasta 24 horas de chamba.

De los cuatro, solamente dos llegarían a la cima en los momentos en que éste cargo había venido sirviendo de antesala del poder omnipresente en México; don Gustavo Díaz Ordaz y su sucesor, Luis Echeverría, los dos, curiosamente, responsables directos de los hechos históricos de mayor polémica en la historia del país; los episodios sangrientos del 68 en el que según la historia oficial solo hubo algunos cuantos muertos y las cifras no oficiales que cuentan a las víctimas por miles.

Los otros dos fueron premiados con las gubernaturas de sus respectivos estados y algunos otros cargos posteriores como en el caso de Manuel Bartlett que figuró como secretario de la SEP en el sexenio de Zedillo, gobernador de su estado, Puebla, y hasta el sexenio anterior, como senador de la república. En el caso de Gutiérrez Barrios, primero fue jefe de la Policía Judicial Federal, después jefe del CISEN ( la CIA mexicana ), luego subsecretario de gobernación, gobernador del estado de Veracruz y de ahí, luego de un corto tiempo en el cargo, fue jalado por Salinas para convertirse en el poderoso jefe de gobernación que requería el salinato de momento, dada las oscuras condiciones en que había llegado, muy similares, por cierto, al escenario que le tocaría vivir años después a Felipe Calderón tras su “ descalabrado” arribo a los Pinos.

De los cuatro, solo tres recorrieron el largo trecho sexenal con sus respectivos jefes y solo renunciaron cuando llegado el tiempo, fueron designados como candidatos del PRI para buscar la presidencia de la república. Estos fueron, naturalmente, Díaz Ordaz y Echeverría.

En el caso de Bartlett Díaz, que aunque recorrió la ruta completa al lado de Miguel de la Madrid, fue la excepción de la regla y Bucareli no sirvió en esa ocasión de la antesala del poder absoluto y el dedo delamadrista apuntó en dirección a su secretario de Programación y Presupuesto, el tristemente célebre, Carlos Salinas de Gortari quien a su vez, tampoco designó a su secretario de gobernación, sino al fallido y malogrado sonorense, Luis Donaldo Colosio, su por esos días, Secretario de Desarrollo Social. A la muerte de éste, la designación, de rebote, finalmente recayó en el entonces jefe de la campaña colosista y ex titular de la SEP, Ernesto Zedillo, el hombre que será recordado como quien le tocó entregar el poder a la oposición en la persona de Vicente Fox el que por cierto, lo intentó, pero no pudo,  dejar a su jefe de Gobernación, el ahora senador, Santiago Creel Miranda quien en esta ocasión va por su segundo aire y hace hasta lo imposible para ganarle la carrera a sus dos más cercanos competidores; Ernesto Cordero y Josefina Vázquez Mota, la que por cierto, ayer se mandó hacer un “destape” debidamente simulado con su informe de labores que le costó ni más ni menos que cinco millones de pesos, los que, según ella, habrían sido costeados por la mitad de los diputados panistas a su cargo y un buen número de empresarios que creen en su candidatura.

Los cuatro, como se vio, conocieron al tigre por dentro y casi al igual que los ex titulares del ejecutivo, habían venido cumpliendo la regla no escrita de no entrometerse en la vida política de sus sucesores en el puesto.

Al menos no en la de aquellos que habían llegado al cargo proveniente de su mismo partido como fue el caso de Fox quien al lado de Manuel Espino se ha convertido en el principal detractor de Calderón.

A esta andanada de señalamientos habría que añadir ahora los de un miura de la clase política que, aunque en receso, sigue llevando el pulso de la res pública; el ex senador y ex secretario de Gobernación, Manuel Bartlett Díaz quien se ha venido con todo en contra de Calderón al señalar que éste puede ser juzgado por traición a la patria al haber permitido la presencia de militares extranjeros en territorio nacional y avalar que el gobierno de Estados Unidos tome el control del espionaje mexicano y de todo el sistema de información y comunicaciones con el pretexto de combatir el narcotráfico.

Profundo conocedor de los intríngulis del espionaje, el ex gobernador poblano califica el hecho de gravísimo, porque, según él, los agentes y militares estadounidenses pueden interferir en materia política. Y se pregunta: ¿ Por qué no, si están utilizando los sistemas más adelantados de espionaje?.

Y va más allá el viejo lobo de mar cuando agrega que la debilidad ha llevado al gobierno de Calderón a posibilitar una intervención cada vez mayor de Estados Unidos, con el riesgo de que ese país asuma también la conducción política nacional. Enseguida demandó que el Senado actúe de manera firme para detener esa entrega de México a los intereses de los vecinos del norte. En su opinión, el hecho de que Calderón haya firmado una carta de entendimiento secreta con el presidente Obama en la que se pacta la operación directa en México de agentes de la DEA, la CIA, el FBI y el Pentágono, viola la Constitución, ya que sencillamente no tiene facultades para hacerlo.

Las acusaciones de Bartlett se vienen a sumar a las declaraciones hechas en días pasados por el juez Baltasar Garzón quien sugería veladamente que Calderón podía ser juzgado por crímenes en contra de la humanidad en razón de las casi cincuenta mil muertes que se llevan contabilizados como resultado de la guerra que, sin control, viene librando el calderonismo en contra del crimen organizado.

Para Bartlett, la virtual invasión gringófila, permitida por Calderón es traición a la patria y se le puede juzgar por ello. Por lo demás, le asiste la razón al artífice del fraude electoral que llevó al poder a Salinas ante Cárdenas y el Maquío Clouhtier cuando señala el ominoso silencio del gobierno federal ante el delicado asunto el que, por cierto, con esto y las “revelaciones de Estado” que acaba de hacer el escritor y político Javier Sicilia al “ descubrir” lo que de un buen tiempo a la fecha ha sido del dominio público; el Estado fallido en que se ha caído en México, tendrá buena tarea para entretenerse  y decidir si encara o no el problema y nos habla con la verdad en torno a estos dos serios casos de vital importancia para la república y sobre los que según Bartlett, se debería de empezar por llevar a juicio político a los funcionarios federales que han asumido compromisos a espaldas del Congreso para una virtual invasión extranjera.


FIERRITOS EN LA LUMBRE

Tú no estás para saberlo, lector, pero de buena fuente se sabe que algunos fármacos como el Pasiflorín, el Valium y el Diazepan, han empezado a escasear según los boticarios del sur del estado, en ocasión a la fuerte demanda de estos productos por parte de algunos diputados locales, la mayoría panistas y del género femenino, a raíz de  la fuerte investigación que ha caído sobre sus llamadas oficinas de Enlace o representación y que, se sabe, están hasta las cachas de involucradas en los malos manejos con los llamados recursos provenientes del gobierno federal, y por tanto, se hallan en capilla, al igual que algunos líderes campesinos que ya son objeto de proceso judicial como ocurrió en días pasados con los encabezados por Luis Alfonso Valenzuela Segura quien no obstante a ello, insiste en que será el candidato del PAN a la diputación local por el quince distrito a pesar de que la investigación que se sigue en su contra, está por revelar que algo anda muy podrido en Dinamarca a tal grado que lo del hermano macana y la jugosa negociación con la cervecera del águila negra que lo puso fuera del Ayuntamiento de Cajeme, apenas fue un juego de niños.

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