La necesidad de conseguir triunfos, de soportar la presión de los medios y tratar de callar las críticas, suele hacerles olvidar las cosas verdaderamente importantes, pero hay momentos en que los deportistas recuerdan que son algo más que solo jugadores.
Este año se han dado varios casos en los que esos ídolos de la gente recuerdan que pueden hacer cosas más relevantes que anotar goles, conectar jonrones o lanzar pases de anotación.
El deporte mundial ha dado ejemplos como el de Cristiano Ronaldo, quien antes de que concluyera la temporada 2010-2011 del futbol español, le "quitó el dolor" a un aficionado a quien había golpeado en la nariz con un balonazo.
Ronaldo suele ser poco amigable con la prensa y en ocasiones no responde a las muestras de apoyo de sus propios aficionados en el Real Madrid, pero en esta ocasión el portugués supo cómo compensar a un seguidor.
También está el caso del lanzador de las Medias Rojas de Boston, Josh Beckett, quien sin el menor esfuerzo, sin la necesidad de invertir gran tiempo, pudo hacer feliz hasta las lágrimas al pequeño Dylan Sylvia.
Una simple pelota de beisbol regalada por el pitcher, le dio a Dylan una alegría que seguramente no olvidará nunca y será uno de sus mejores recuerdos.
Otro deportista quien también hizo llorar de felicidad a una aficionada, fue el mariscal de campo de los Carneros de San Luis de la NFL: Sam Bradford.
Aunque el quarterback no respondió de manera positiva a la propuesta de matrimonio de la joven, sí firmó el cartel en el que se lo pedía. Y eso fue suficiente para provocarle las lágrimas de felicidad.
Y aunque no se trata de un deportista, también vale la pena ver y analizar la conducta de un joven aficionado al beisbol en Estados Unidos, quien demostró una gran integridad y bondad al hacer un sacrificio por otro pequeño fan de los Diamondbacks de Arizona, en las Grandes Ligas.
Ian McMillan, de 12 años de edad, se convirtió en un héroe al regalarle a otro niño la pelota que había obtenido en un batazo de foul tras ver la frustración y lágrimas del otro aficionado. Al final, Ian tuvo una recompensa a su acto, ya que incluso llegó a dar el primer lanzamiento en un juego de Arizona y se llevó un bate autografiado.
En el deporte profesional de México, específicamente en el futbol, no es muy común ver este tipo de imágenes. Pero ojalá, como a los deportistas de otros países, les venga a la memoria que ellos también son agentes de la felicidad.