El Porowi, alias José Isabel M. A., hizo todo el plan para robarse una casa completo: Empezaría con las puertas para entrar y salir sin que nada lo detuviera, luego se llevaría las ventanas, enseguida las paredes y finalmente el piso y el techo.
Él no pensaba esperar a que le regalaran una casa del programa VIvienda Digna, no señor. Él quería su casa ya y puso manos a la obra.
Le gustó para su fines una casa de la calle Rosales, en la colonia Russo Vogel. Fue verla y echarle el ojo, justo lo que el necesitaba. Así que se dirigió al domicilio citado, esperó a que se fueran los inquilinos y cuando la casa quedó sola, manos a la obra.
Mejor dicho, manos a la puerta porque empezó como lo había planeado. Todo iba bien, tan bien que el Porowi se distrajo pensando en que iba a invitar a sus amigos a la inauguración de su nueva morada.
Y en esas estaba cuando le cayeron los polis. Oh my God!
Ya tenía la puerta en sus manos y cuando vio aparecer a los uniformados quiso hacerse el inocente, fingiendo que estaba abriendo la puerta de su casa les dijo: Pasen señores agentes, en qué puedo servirles.
Por un momento los agentes fueron sorprendidos por tanta amabilidad y pensaban retirarse, pero al ver la mirada torva del Porowi y que la puerta no estaba en su marco, intuyeron que algo no estaba bien y por si las dudas decidieron detenerlo y llevarlo a la 300 y Jalisco, donde el médico legista, sin consultar al alcoholímetro porque no era necesario, determinó que el detenido estaba bajo los influjos del dios Baco, o sea, bien borracho.
Siendo así, el Porowi debió pasar la noche cómodamente instalado en una celda.