El diario The New York Times criticó acremente al virtual candidato del PRI a la presidencia de la república, Enrique Peña Nieto, como un hombre carismático, popular, bien parecido, telegénico, casado con una actriz de televisión,  pero con la cabeza hueca.

Lo anterior, raíz del dislate cometido en la feria del libro de Guadalajara, donde el exgobernador del Estado de México acudió a presentar un libro de su, ahora supuesta autoría, sin embargo, la actividad se olvidó porque al político le cuestionaron que nombrara tres libros que habrían influido en su vida, atinando solo a mencionar La Biblia.

El aspirante tricolor se ha vuelto envuelto en una serie de escarnios, la cual se recrudeció con la postura de Paulina Peña, su hija, mostrada a través de varios Twetter´s en defensa de su padre y donde calificó de “pendejos” y de “prole envidiosa” a quienes le fustigaron.

Estos deslices han afectado tremendamente la imagen de Peña Nieto principalmente entre la clase intelectual del país y sobre de los jóvenes, principalmente los universitarios, sobre todo por la posición clasista de su hija en una nación de millones de pobres y de jóvenes carentes de oportunidades para estudiar y de empleo.