Visionarios del siglo XXI
Víctor Flores Olea
Lunes 02 de Enero de 2012

En el año de 1987, después de un arranque extraordinariamente promisorio con la compañía Apple, que Steve Jobs había organizado en el origen en el garaje de la casa de sus padres adoptivos en Palo Alto, California, pasó por uno de los momentos más críticos de su vida al ser expulsado de todos los puestos de dirigencia de la compañía por sus actuales gerentes, casi siempre gente a la que el propio Jobs había llevado a la compañía.

Varias hipótesis surgieron en el tiempo, desde la traición pura y simple por motivos de envidia hasta aquella que dice que la razón se desprende más bien del destilo exageradamente autoritario de manejar la empresa, y de la personalidad diríamos mercurial de Jobs, que en un momento tomaba una decisión que parecía definitiva y en otro una en sentido opuesto, culpando con frecuencia a los operadores o jefes de sección de estos cambios imprevisibles. Tales variaciones bruscas en la dirección de la compañía en muchas ocasiones habrían retrasado las entregas comprometidas de Apple y, en conjunto, significaron muchas veces pérdidas importantes de dinero. El hecho es que el creador de la compañía Apple a mediados de los años 80 se vio expulsado de su obra, en términos administrativos y legales.

Naturalmente, tales “vacaciones” forzadas de Steve Jobs, en un espíritu inquieto y extraordinariamente creativo como el suyo, de inmediato se canalizó a la creación, entre otras cosas, de una nueva generación de computadoras: ahora sí, aquellas que tuvieran el poder de las Main Frame, pero como computadoras personales, que según las exploraciones de mercado de Jobs tendrían enorme demanda en las universidades y centros educativos, en que se realizaban investigaciones educativas o de laboratorio, y en que sería necesario un poder amplio de las computadoras para obtener los resultados deseados.

La computadora construida por Jobs para estos fines llevó el nombre de NeXT, y resultaba una máquina perfectamente cuadrada, como un dado, en cuyos ocho lados estaba inscrito su nombre diseñado por uno de los más reconocidos en Estados Unidos, al costo de 100 mil dólares. La máquina, sin duda, resultaba de una gran belleza. Todo indicaba que la nueva computadora sería un éxito en el mercado, salvo que el mundo académico se mostró más austero de lo calculado en la compra de una computadora llena de ventajas, pero de alto costo: 27 mil dólares cada una. Jobs había previsto una venta de 10 mil aparatos anuales, pero todo indicó desde un principio que no rebasaría 600 al año.

En términos comerciales NeXT resultó un fracaso, pero para Jobs fue una experiencia más de un aparato de alta calidad que le sirvió de antecedente necesario para la segunda revolución tecnológica que emprendería a partir de mediados de los 90. A principios de esa década tanto los dirigentes de Apple como el propio Jobs se dieron cuenta de que la empresa estaba paralizada en términos de innovación tecnológica y de ideas claras sobre sus propósitos en el mercado de computadoras y de la revolución sobre sus aplicaciones.

Es justo decir que en el lapso sin trabajo corriente dentro de Apple Jobs excursionó también con relativo éxito en el cine animado, dentro de la compañía Walt Disney, pensando que podría y debería revolucionarse ese aspecto del entretenimiento, con base en las computadoras, logrando una apreciable calidad artística. No le fue posible, sin embargo, ampliar su actividad en este terreno.

Decíamos antes que el fracaso de Apple sin Steve Jobs llevó a sus actules dirigentes, prácticamente en todos los terrenos, a presionar decididamente por la vuelta de Jobs a la cabeza de la compañía. Así ocurrió en 1995, y en 1997 se notaba ya su presencia y espíritu innovador en un buen número de espacios de trabajo.

Jobs percibió que los jóvenes estaban dispuestos a comprar grandes cantidades de música (antes la copiaban de los cedés), y entonces pensó en organizar la compra de piezas de música por Internet, las cuales se venden hoy por millones, y de vender como parte del software regular de las Macintosh el Itunes, precisamente para organizar en álbumes y en distintas categorías la música comprada en los enormes depósitos digitales de la compañía, a nombre de iTunes. Al mismo tiempo, la compañía comenzó a vender reproductores de música (bajada de Internet), los iPod, que han tenido un norme éxito de mercado.

Al mismo tiempo, los nuevos teléfonos de Macintosh, los iPhone, con una variedad de novedades incorporadas, inclusive también el almacenamiento y reproducción de música, la fotografía de muy buena calidad, han representado un mayor atractivo comercial y un éxito fabuloso de mercado para las Mac, siendo también este aspecto una fuente de ingresos enormes para la compañía. Todavía el dinámico espíritu de creación e innovación de Steve Jobs dio lugar al lanzamiento al mercado de las “tabletas-computadoras”, con el nombre de iPad, que han tenido igualmente un enorme éxito tecnológico y de mercado. En todos estos productos, como lo quería Jobs, se unen dramáticamente la belleza de la presentación con la eficacia de la tecnología aplicada.

En el momento de la muerte de Steve Jobs (noviembre de 1995), Macintosh no sólo representaba ya una de las compañías mundiales más reconocidas desde el punto de vista de su adelanto tecnológico, sino también por la variedad de sus aplicaciones que siempre estuvieron en la vanguardia del ramo. Se ha ido Steve Jobs, pero esperamos que su nervio creativo no se pierda y siga siendo la estrella de las Mac como su distintivo fundamental

 

 

 
 

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