La profecía de los tres candidatos asesinados
Ciro Gómez Leyva
Lunes 02 de Enero de 2012

Dice el Nobel J. M. Coetzee que algunas cosas no es bueno leerlas ni escribirlas, que no es aconsejable internarse en ciertas zonas prohibidas.

En dos lugares geográficamente remotos escuché en estos días de descanso el mal fario de que, para dar una demostración de poderío o vengarse de Felipe Calderón, los “narcos”, los “malos”, podrían asesinar no a un candidato presidencial, como en 1994, sino a los tres.

No es necesario recalcar que esa especie de adivinación sucumbiría ante argumentos básicos, como que sería una invitación a suspender las garantías y desatar una persecución contra ellos. Pero no es asunto de razón. Es, más bien, un contagio supersticioso: tantos años de penas deberían traer un desenlace calamitoso.

A los supersticiosos se suman otros fervientes propagadores de profecías desastrosas, e incluso quienes, como Javier Sicilia, sentencian sin margen de error que las de julio serán las elecciones de la ignominia.

Me resisto a seguirlos. No sólo porque no vea a los beneficiarios de magnicidios así, sino porque el momento político es luminoso si se le compara con el periodo de la democracia sucia que ejecutaron Fox y López Obrador en 2004, 2005.

Creo que como en 2000 y 2006, millones de mexicanos saldrán a decidir y que, por el contrario, la larga temporada de desencuentros y tristezas promoverá una época de cooperación política.

Prefiero comenzar con esas ideas el 2012. Que me disculpen los profetas de los tres candidatos asesinados y otras desgracias, pero soy devoto de la lógica.

Y más que de la lógica, del sentido común.

 
 

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