Àlamos: Un día antes de la fiesta
Javier Martínez Rosas
Jueves 19 de Enero de 2012

ÁLAMOS.- La antesala de una fiesta siempre está llena de emociones y de esfuerzos, es el momento de pasar de lo cotidiano a lo extraordinario.  Muy cerca de Álamos, cuando se llega a las estribaciones de la sierra, la naturaleza ya ha hecho lo propio: las amapas han pintado de rosa casi violeta los cerros.

Entrando a este pueblo mágico hay un anuncio del Festival Alfonso Ortiz Tirado 2012. Y luego, por un tramo breve, de cada lámpara cuelga una lona con la fotografía de un artista. Que extraña pero que agradable sensación es ver esos rostros, algo muy diferente a lo acostumbrado…

Al llegar a la plaza hay un bullicio especial. Las personas andan un poco agitadas. Se escuchan martilleos sobre tablas y barras de metal. Ya hay varios puestos armados e incluso funcionando. Con esmero, una señora acomoda sus canastos de dulces como queriendo lograr la combinación perfecta de colores mientras que justo al frente pasa un carro atiborrado de “ponteduros” y detrás de él, una camioneta con sobrecarga de frutas. Solo los viejos de la butaca observan.

Hacia el Palacio Municipal están Jorge Sierra, Manuel Macías y Pánfilo Borrego, tres experimentados y conocidos reparadores y afinadores de pianos en Sonora bajando de una camioneta el piano de cola para los Conciertos de Gala. Ayudados de otros tres jóvenes hacen un gran esfuerzo en esta pesada y delicadísima labor. Hoy lo suben al escenario y mañana afinan. También tendrán que trabajar con el piano que se usará en las presentaciones en el templo y en el del museo.

En el interior del palacio hay centenas de sillas por acomodar y adornos por colocar pero la cortina ya luce esplendorosa en el escenario.  Los vestidores están listos para usarse, son pequeños pero muy acogedores, tienen unos cómodos silloncitos, dos espejos, una mesa y en una esquina una lámpara. Por la escalera del costado, un grupo de personas sube las computadoras para la sala de prensa y en eso, entra un tenor a probar rápidamente la acústica del lugar.

Desde la casona vecina al palacio se escucha un coro y unas castañuelas. La puerta está abierta. Son los jóvenes del Coro Guillermo Sarabia y Ballet de Chepina Guerra. Están ensayando y llevan ya un buen rato en ello, pero mantienen el entusiasmo. Patrón de la Rueda los dirige y aunque por momentos se impacienta parece estar disfrutando. Una de las solistas se siente un poco mal, trae un resfriado, pero aún así luce una bella voz y pronto se va a descansar.

A un costado del templo se erige un escenario con toneladas de tubo de acero, cables y bocinas, está un numeroso grupo de técnicos laborando. Hacia el frente, están los restos de lo que fue un mitin político y hacia atrás, un grupo de visitantes recién llegados observado las cúpulas. Ya es de noche y el bullicio continúa. Aún hay casas y hoteles que lucen sus adornos navideños. Mañana los alcanza otra fiesta. 

 
 

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