Medianoche en París. Director Woody Allen
¿En qué época es la que te hubiera gustado vivir? Es una pregunta que a veces resalta en una conversación casual. “Me hubiera gustado estar en México en la época de los 60s, para haber presenciado los movimientos contraculturales” o “vivir en la época del esplendor de la cultura griega y andar ahí pasándomela relajado, conversando con Platón sobre el alma” o “Vivir en Inglaterra a finales de los setentas durante la explosión del punk y estar presente en el primer concierto de los Sex Pistols”; esto como ejemplos de posibles respuestas. ¿Por qué la tendencia de creer que el tiempo pasado fue mejor que el presente?
Este es el tema de fondo de una “ligera” comedia-romántica que plantea la película del 2011: “Medianoche en París” (Midnight in Paris). Protagonizado por Owen Wilson (Los caza novias) y Marion Cotillard (La vida en rosa), el protagonista sufre del síndrome de la “Bella Época”, que es tener la creencia de que el pasado siempre es mejor que el presente, que “los mejores tiempos” se encuentra en el pasado y no valorar el tiempo en que se vive.
En el film, Gil es un escritor de guiones hollywoodenses que se encuentra de vacaciones en París junto con su prometida. Ahí proyecta su anhelo de vivir en el París de principios del siglo XX, la edad de oro de la vanguardia artística. En su deambular por la calles de París a la media noche, y por arte de magia, Gil se topa con el tiempo anhelado: comienza a vivir en noches bohemias con el mismo Picasso y Salvador Dalí y escritores como Hemingway, Gertrude Stein y F. Scott Fitzgerald, célebres de la “generación pérdida”. Todos héroes del protagonista.
Es en este punto en donde Gil se encuentra un problema: Entre más se adentra al París de la Época de Oro, más se aleja del París contemporáneo, donde tiene a su futura esposa. El llamado síndrome de la “Belle Epoque” logra meterlo en una disyuntiva al protagonista, si quedarse en el tiempo “dorado” renunciando a su presente donde se encuentra su amada. Esta situación le da un toque de originalidad a una trama que hubiera caído en una simple película de las llamadas en Hollywood: de film date, la película para llevar a la novia. Aunque este filme tiene variantes: diálogos ingeniosos, y sin abusar de la melcocha edulcorada que caracteriza este tipo de filmes.
Película dirigida por el cineasta neoyorquino Woody Allen. Obtuvo un inesperado éxito de taquilla, ya que sus filmes no se caracterizan por alcanzar al gran público por ser mal etiquetado –a veces- como “cine de autor” o “cine de arte”. Pero, lo que sí es seguro, de lo que debemos de esperar del director como sello personal de sus películas es lo siguiente: problemas filosóficos, amor, neurosis e ironía con música de jazz de fondo para acompañar la historia de Gil y sus tribulaciones románticas de estar entre dos mundos: el presente, donde vive con su prometida y el mundo ideal: donde convive son sus héroes literarios y de paso, se enamora de la mistress de Picasso.
El protagonista dividido entre dos París: el de la Época de Oro y el contemporáneo resalta la idea hacía uno mismo de qué si realmente es mejor el tiempo pasado que el presente, ¿Será que no apreciamos el presente? Y esto hace resaltar la condición en la que ahora vivimos, de que la mayor parte de la gente sobrevalora el pasado. Esta es uno los varios planteamientos que resaltan en el nuevo filme de Woody Allen.
“Medianoche en París” es una comedia romántica no complaciente, la comedia no se basa en lo físico como en las películas de Ben Stiller o del mismo Owen Wilson, donde aparecen a la menor provocación escenas bochornosas con excremento, semen u orines. No es el caso de esta comedia romántica. La comedia se basa en buenos diálogos y con actuaciones caricaturescas de artistas celebres como Picasso y –sobre todo- de Salvador Dalí. Con un tono ligero en el planteamiento del tema del personaje en su diatriba filosófica y como telón de fondo los paisajes del París romántico.
A fin de cuentas, la nueva película de Woody Allen lleva el tema del síndrome de la “Belle Epoque” con un guión original que tiene como garantía buenas actuaciones y logra dos cosas: Satisface a las personas que gustan del tipo de películas de comedia romántica, y también va a gustar al público exigente que no quiere sentirse insultado después de salir del cine. De paso pone el cuestionamiento si realmente tenemos la sensación de sobrevalorar el pasado como condición humana. Quién iba a pensar que una “ligera” comedia romántica haga planteamientos tan profundos.