Angélica Beltrán
¿Todavía habrá algún mexicano que se sorprenda de las listas de los seleccionados por el PRI para ser senadores y diputados por la vía plurinominal. Selección que nada tiene que ver con la democracia y sí con la sucesión arbitraria del poder por servicios al partido, por línea directa de sangre y por el capital político que representan los elegidos? Quizás no.
¿Y qué hay de ese nuevo PRI? Que se promueve con miras a ocupar la presidencia de la república una vez más. Es sólo el slogan. Pues en la práctica pura de la política se aprecia que en el PRI las nuevas generaciones no son contempladas en este primer paso de los candidatos a ser legisladores; en el entendido de que, antes las posibilidades reales de que el tricolor regrese a los Pinos en 2012 habrá espacio suficiente para militantes y simpatizantes en los cargos públicos, a decir de la secretaria general del partido, la diputada Cristina Díaz.
Así, mientras el PRI no haya ganado el gobierno federal, los viejos priistas ya aseguraron su espacio en el Congreso de la Unión. Manlio Fabio Beltrones que ocupa una curul en el Senado de la República desde hace seis años; tiene ya su paso automático a la Cámara de Diputados por tres años más. En tanto, su mancuerna, Emilio Gamboa Patrón, que fue diputado en la legislatura pasada; ya tiene también garantizado su lugar en la Cámara alta por un sexenio.
Emilio Gamboa y Manlio Fabio Beltrones han gozados desde hace más de 40 años de las mieles del poder. Son operadores políticos natos. Con don de mando y experiencia sobrada en la administración pública. Y fueron elegidos como representantes sociales por “servicio y lealtad al partido”, que no es lo mismo que servicio a la patria.
Ante esta práctica común, resulta excesiva la propuesta –congelada-- de los legisladores de la presente legislatura del PRI, PAN y PRD de incluir en la reforma política la reelección de diputados y senadores; porque ya de por sí se eternizan en el poder.
Y brincan de una cámara a otra tan fácil como en el caso de los ahora senadores Manlio Fabio Beltrones y Fernando Castro Tentri que llegarán por vía directa a la cámara de diputados; y de los diputados Joel Ayala, Cristina Díaz, Cuauhtémoc Gutiérrez y Gerardo Sánchez que llegarán de esa misma manera al Senado.
La oxigenación es necesaria para en los organismos sociales como son los partidos políticos; de ahí que de no atender esa sabia recomendación, el organismo llevará en su esencia el germen de su destrucción. Es necesaria la presencia de nuevas generaciones en este proceso de selección, pues así como la experiencia es valiosa, las nuevas ideas para entender un nuevo México, también lo son.
Necesario pues el “entreveramiento” generacional del que han hablado los priistas, no sólo en el discurso sino también en la práctica.
En equipos de campaña de Peña y Mota hay delincuentes por igual
A la declaración de Josefina Vázquez Mota, acerca de los más de mil años de cárcel que se sumarían entre los integrantes de campaña del candidato presidencial del PRI; la secretaria general del tricolor, Cristina Díaz, le respondió con la misma moneda a la candidata panista.
Señaló que gente de su equipo de campaña goza de un gran desprestigio, entre estos mencionó a Francisco Molinar Horcasitas, del que recordó que tiene muchos asuntos pendientes en términos de responsabilidades administrativas.
Y continuó el abrupto en contra de la panista al predecir que se sumarán a la lista panista de los personajes desprestigiados aún más militantes, apenas finalice el análisis de las cuentas públicas del gobierno federal. Y denlo por hecho que así será
Lo cierto es que de cumplirse la ley, las cárceles estarían ocupadas tanto por panistas como priistas, por cargos diversos, principalmente por robo y desfalco a la nación.
No obstante que en el discurso se ha recalcado hasta el cansancio que los candidatos a cargos de elección popular, sobre todo los presidenciables, no harán guerra sucia en contra de los adversarios sino una campaña de propuestas.
Lo cierto es que por debajo del agua, la maquinaria priista y panista trabajan a la par en ambas campañas, una de promesas, que no propuestas; y la otra de lodo en contra del adversario, en cuya batalla ambos saldrán iguales, porque en cuestión de honestidad ninguno se salva.