Al cumplirse un año de la apertura en Ciudad Obregón de la Casa del Pobre y del Migrante "El Buen Samaritano", Alfredo Rosas Mendívil, sacerdote responsable de pastoral social de la diócesis, fundador y encargado de esta casa que ha recibido desde su apertura a más de mil quinientos migrantes, expone acerca de ella, los migrantes y sobre su responsabilidad.
“El campo social es lo que se me ha encomendado. Es una tarea muy grande, muy hermosa aunque llena de retos y dificultades. La pastoral social mira a la dignidad de la persona humana. Aparte de los aspectos de formación y la liturgia como celebración de la fe, la Iglesia también tiene el aspecto social y es finalmente en él donde toda la pastoral tiene que desembocar.
“En la diócesis de Obregón, la pastoral social tiene cuatro áreas. La de liberación del hombre de las dependencias, la penitenciaria, la de salud corporal y la de movilidad humana que es la que compete a esta casa. La gente que tiene que desplazarse por múltiples razones, primordialmente por falta de empleo, a nosotros nos toca recibirla aquí.
“Una casa para el migrante es un proyecto que se tenía desde el anterior obispo Juan Manuel Mancilla. Empecé junto con el padre Rolando Caballero a gestionar el inmueble en comodato ya que es una finca del Ayuntamiento y finalmente hace un año se inauguró. Las autoridades municipales han apoyado mucho pues fue entregado funcional, restaurado y equipado.
“A la Iglesia se le encomienda la administración de este lugar. Tenemos que buscar el alimento para los migrantes y esto es tocando puertas, pero sobre todo corazones mas que bolsillos. Poco a poco he ido dando a conocer la obra y estoy muy agradecido con todas las personas que ayudan, se que Dios se los recompensará con creces porque lo hacen con amor, por amor al prójimo.
Sobre la afluencia de migrantes, su perfil más frecuente y lo que se les ofrece al llegar a la Casa, explica:
“El 2 de marzo de 2011 fue que comenzamos y solo por dos días no tuvimos ningún migrante aquí, pero desde que se anotó el primero la llegada ha sido constante y como las olas del mar sube y baja la marea en cuanto a la cantidad. Es de Centroamérica y de los estados mexicanos del sureste y centro de donde más nos llegan, siendo generalmente gente joven, incluso ha habido casos de menores de edad, pero en su mayoría son hombres que están en el rango de edad que va de los 21 a los 35.
“La Casa les brinda alojamiento, que es básico, porque es un sufrimiento enorme para ellos el andar al intemperie, con los estragos del clima, el hambre y la soledad. Llegan a refugiarse en un hogar pues este es el ambiente que se tiene, no como el de un albergue que simplemente te permite pasar el rato sino que aquí se les recibe con amor integrándoseles a la vida de la casa. La estancia aquí es por tres días salvo casos de enfermos o lastimados con golpes o fracturas porque se avientan o se caen del tren, ellos se quedan hasta que sanen, siendo también canalizados al Hospital General.
“Aquí hay libertad de credo, también llegan incrédulos y a todos se les respeta, pero al ser una obra de la Iglesia entonces antes de recibir los alimentos se hace una oración, lo hacemos para darle la dimensión espiritual de la caridad cristiana y hasta ahora ha sido muy bien recibida por todos. Esta casa brinda de comer tres veces al día todos los días del año.
Sobre el estigma que pesa sobre el migrante, al que con frecuencia se le trata como si fuera un delincuente o alguien peligroso, relfexiona:
“Pienso que el hombre juzga por apariencias, solo Dios juzga en Verdad. Hay que conocer el corazón de esta gente; son personas muy nobles, golpeadas por la vida y a veces si nos ha tocado ver a algunos de ellos violentos, creo que nosotros seríamos peores si tuviéramos encima el hambre, el desempleo, la soledad y el desprecio de una sociedad. Creo que nos falta mucho como sociedad. Por esta razón le propuse al señor obispo que a esta casa la llamáramos “El Buen Samaritano”, es todo un mensaje, tenemos que convertirnos en buenos samaritanos. A mi me apasiona mucho esto y ojalá a mucha gente le entusiasme rescatar a hermanos que viven en esta difícil situación”.
SI USTED QUIERE AYUDAR AL MIGRANTE A TRAVÉS DE LA CASA “EL BUEN SAMARITANO” PUEDE HACERLO DONANDO ROPA (ESPECIALMENTE PARA HOMBRE), CALZADO, COBIJAS, UTENSILIOS PARA LA COCINA O DESPENSAS LLEVÁNDOLAS DIRECTAMENTE A LA CASA CUYA DIRECCIÓN ES CALLE CONSTITUCIÓN NO.115 EN LA COLONIA BENITO JUÁREZ (PLANO ORIENTE), O HABLANDO A SU TELÉFONO 4 15 59 93 PARA QUE PASEN POR ELLAS.