Un disco imprescindible
Javier Martínez Rosas
Sábado 17 de Marzo de 2012

El año pasado el sello discográfico Decca Classics puso a disposición del público la grabación integral de las sonatas y conciertos para piano de Beethoven realizada por Alfred Brendel entre 1970 y 1977. El producto físico es una caja que contiene doce discos y un breve folleto de notas. En los conciertos participa la London Philharmonic Orchestra dirigida por Bernard Haitink.

Hace apenas seis años que Brendel se retiró de los escenarios. Lo hizo sin drama, con discreción y en plena forma. En ningún momento su carrera decayó. Desde muy joven mostró madurez interpretativa y una técnica impecable. Conforme pasaron los años fue concentrando y profundizando su repertorio en Schubert, Mozart, Liszt y Beethoven, logrando imperecederas interpretaciones.

Brendel no es únicamente músico, también es escritor, poeta, pintor, amante de la arquitectura y un coleccionista fascinado por lo grotesco y lo fantástico; un esteta para quien la vida sin arte y sin humor resulta absurda. Como músico, es una de las figuras más prominentes, admiradas y respetadas, y no hay pianista más ampliamente asociado a Beethoven que él.

Su lectura de Beethoven es siempre lúcida, de alto rigor intelectual e imaginativa. En ella se percibe la búsqueda de equilibrio entre carácter y forma, exceso y carencia. No encontramos la visceralidad ni la teatralidad tan frecuente en muchos intérpretes del maestro de Bonn pero tampoco hay en ella frialdad, sino que en ese cuidadoso aborde encuentra los momentos justos para la intensidad sin perder la sobriedad.

Las 32 sonatas para piano son un legado musical colosal que compuso Beethoven entre sus 26 a 56 años de edad. A dos de ellas les dio nombre, a la no. 8 “Patética” y la 29 “Hammerklavier”, luego, algunos editores y el público les fueron dando a otras como la número 14 “Claro de luna”, la 21 “Waldstein” o también llamada “Aurora”, la 23 “Appassionata” y la 26 “Los adioses”.

Escucharlas es seguir el viaje espiritual de Beethoven por treinta años a través de su instrumento natural de expresión. Su originalidad, sus dimensiones tanto formales como expresivas y alto grado de exigencia fueron revolucionarias y son todavía muy notables. Constituyen la piedra angular del repertorio pianístico pero sorprendentemente, aunque todas ellas apasionantes, varias aún son poco conocidas.

Ninguna sonata se parece a otra y en lo expresivo van de lo divertido hasta lo sublime, incluso en una misma se pueden encontrar diferentes caracteres «conviviendo» en la unidad. Brendel admira cómo Beethoven logra fundir a la perfección los conceptos intelectuales con los puramente emotivos y encuentra que en las últimas sonatas, musicalmente, se encuentra todo.

Los conciertos para piano están compuestos siguiendo el modelo de Mozart que procuraba el equilibrio entre el solista y la orquesta, la claridad formal y los pasajes de lucimiento del pianista, pero Beethoven cada vez los iba ampliando en alcances, hasta que en el quinto el solista enfrenta a la orquesta en una música que resulta de alta tensión, llena de contrastes y elementos originales.

La combinación Brendel y Haitink resulta de gran afinidad. El equilibrio, la precisión y claridad que logra con la London Philharmonic embona perfectamente con la filosofía interpretativa de Brendel para quien los intérpretes auténticos son aquellos que creen que tan solo se pueden acercar al compositor y que es el velo del orden lo que hace funcionar a una obra mientras apenas se muestre ocasional y débilmente lo caótico.

El integral de sonatas y conciertos para piano de Beethoven por Alfred Brendel es absolutamente recomendable. Además, la calidad de audio es excelente, el piano fue captado en toda su riqueza y aunque se trata de grabaciones análogas, esta versión digitalizada y remasterizada ofrece la limpieza sin distorsión de las actuales producciones a un precio bajo que lo es aún más si se paga su descarga por Internet.

 

 
 

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