El vuelco que han dado las campañas electorales en los días recientes permite prever un cierre parejo, de fotografía, de aquí al 1 de julio. El ascenso de Andrés Manuel López Obrador es un hecho objetivo, irrefutable, y no porque lo marquen las encuestas sino por el ánimo generalizado a su favor en pláticas informales, reuniones de amigos, notas periodísticas y, sobre todo, en las expresiones de los jóvenes mexicanos.
Frente a él, Enrique Peña Nieto sólo busca salir de las cuerdas a donde lo llevaron los errores de su equipo de campaña y la protesta de los movimientos juveniles.
En este escenario, la victoria de AMLO el próximo 1 de julio, que ya no parece una idea descabellada sino una posibilidad real, sería favorable para el crecimiento político del sonorense Manlio Fabio Beltrones. Veamos por qué.
De ganar Peña Nieto las elecciones se prevé una colaboración estrecha entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo, donde Beltrones como jefe de la bancada mayoritaria, la priista, movería los hilos para respaldar las propuestas del Presidente de la República. Esto parece muy cómodo y redituable para el sonorense, pero corre un alto riesgo de ser paulatinamente desplazado de su papel como eje del priismo legislativo , lo que reduciría su influencia en el partido.
Es cierto que antes de ceder sus aspiraciones presidenciales para dar paso a la candidatura de Peña Nieto, Beltrones aseguró un buen número de posiciones para él y su grupo, empezando con la dirigencia del PRI, a cargo ahora del beltronista Pedro Joaquín Coldwell.
Sin embargo, ya en la Presidencia del país, el equipo de Peña Nieto, con el poderoso grupo Atlacomulco a la cabeza, tendrían seis años y todas las ventajas para neutralizar, opacar y reducir a Beltrones. De que lo harán no cabe la menor duda, y tratarán de perfilar para el 2018 a otro candidato “suyo de ellos”.
Por más que una reforma legal permita a los diputados reelegirse para el período siguiente y asegurar así seis años continuos en la Cámara, no podrá Beltrones mandar en la bancada priista que, por cultura y comodidad, obedecerá al Presidente de la República más que a su coordinador en San Lázaro.
Y en estos casos hay mucha distancia entre el segundo y el primero.
Además en cada votación camaral que haga a favor del Presidente, éste será el ganador y poco, muy poco, le quedará al diputado. Y cuando deban apoyar una decisión impopular, como el IVA a medicinas y alimentos, el costo político será mayor para los legisladores a quienes la vox populi suele reprocharles su insensibilidad.
El futuro inmediato de Beltrones puede ser más prometedor si AMLO llega a la presidencia. Las razones también son sencillas y objetivas, de sentido comúnm: Quedaría el sonorense como figura mayor del Congreso y del priismo nacional, además no tendría que rendirle cuentas al Presidente de la República ni tomar decisiones según la conveniencia de éste.
Una posición como líder de la mayoría legislativa frente a un Presidente de otro partido le daría a Beltrones la oportunidad histórica de co-g obernar y de mantener viva su figura como un protagonista clave en los cambios que el país requiere. Daría vida a la teórica igualdad entre el Legislativo y el Ejecutivo.
Los priistas lo aclamarían como su jefe único, capaz de afrontar los retos del 2018.
Lo otro, ser el coordinador de los diputados priistas que servirán a un Presidente priista, sería el ocaso de uno de los mejores políticos mexicanos de este tiempo.