Durante muchos años, algunos más de treinta, vivieron de su modesto trabajo como vendedores de frutas, aguas frescas y fritangas en la plaza "Álvaro Obregón".

Allí bajo la sombra de árboles y de la construcción que daba por la calle Sonora, vendían sus mercancías a los visitantes de la plaza y a los pasajeros que esperaban los camiones Esperanza - Cócorit.

Pero un día llegaron las obras de remodelación de la plaza y tuvieron que abandonar sus sitios de trabajo, con la promesa de las autoridades de que vovlerían al lugar una vez reinaugurada la plaza.

La promesa no se cumplió. Desde entonces las seis familias que se sostenían con los puestecitos de la plaza han quedado sin un ingreso permanente, modesto como el que tenían pero honrado.

Han visitado a las autoridades, han pasado horas esperando el momento de entrar a las oficinas de los funcionarios y han recibido promesas de que sí, un día de estos, volverán a trabajar en la plaza.

Y pasan los días y las promesas se las lleva el viento, mientras ellos y sus familias siguen esperando el momento de recuperar sus trabajos.

Ahora se plantaron en el exterior de Palacio Municipal, quieren que los vea y los oiga quien debe verlos y oirlos. Ellos también tienen derecho a una vida digna.

Pero al parecer no le interesan a nadie.