La BBC de Londres ofrece al mundo este panorama de las elecciones en México:
En México apenas acaban de elegir presidente, pero ya se cuentan bromas sobre el que se perfila como ganador: Enrique Peña Nieto, del Partido Revolucionario Institucional (PRI), quien lidera el recuento provisional.
Algunos dicen que, de confirmarse la tendencia anunciada este domingo por la autoridad electoral, el país se convertirá en un Parque Jurásico, en referencia al retorno de los dinosaurios, como se llama comúnmente a la élite del PRI.
Para otros, el título más apropiado es el de la película Regreso al Futuro, evocando una vuelta al poder del partido que gobernó México durante más siete décadas (hasta 2000).
Pero Peña Nieto, quien -según los últimos datos de acuerdo al Instituto Federal Electoral (IFE)- obtuvo entre un 37,93% y un 38,55% de los votos, dice que está listo para liderar al país en las formas del siglo XXI.
"Los mexicanos han dado a nuestro partido una segunda oportunidad. Vamos a honrar esa oportunidad con los resultados, con una nueva forma de gobernar, que se encuentra de acuerdo con las realidades del México del siglo XXI", dijo el candidato de Compromiso por México, después de declararse vencedor de las elecciones.
"Somos una nueva generación. No vamos a volver al pasado. Mi gobierno tendrá la mirada puesta en el futuro. México ya ha cambiado", reiteró.
Para los cientos de seguidores de Peña Nieto que el domingo en la noche se concentraron en la sede del PRI, éste ha sido en efecto un final de película.
Confeti, sombreros de ranchero y música banda en vivo para celebrar el retorno del partido en mitad de una cuidada escenografía, donde las televisoras estaban apostadas desde hace días, esperando el mejor ángulo para grabar la sonrisa del que era el candidato favorito desde hace años.
Favorito en las encuestas, favorito de las cámaras.
Gritos de "sí se pudo, sí se pudo", en una fiesta sólo interrumpida para abuchear al candidato que amenazaba con adelantar a Peña Nieto por la izquierda: Andrés Manuel López Obrador, del Partido de la Revolución Democrática (PRD).
"La última palabra"
AMLO, como le conocen sus seguidores, admitió su desventaja poco después de que el IFE anunciara que el llamado conteo rápido, una estimación estadística para predecir el ganador antes de contabilizar todos los votos, le daba entre el 30,90% y 31,86% de las boletas.
Pero pidió esperar a que todas las actas fueran entregadas para declarar un vencedor.
"Todavía no está dicha la última palabra", advirtió el candidato de la izquierda.
Los primeros resultados oficiales, con menos del 50% escrutado, arrojan todavía una ventaja para Peña Nieto menor a la prevista por el IFE, de unos 3 puntos con respecto a AMLO, pero el total de los sufragios no se contabilizarán hasta el miércoles.
"No descalifico lo que se está dando a conocer, sencillamente todavía no están los datos, es necesario tener el escrutinio legal, hace falta tener la legalidad del proceso electoral", añadió.
López Obrador cuestionó los resultados de la elección en la misma noche del voto hace seis años, cuando compitió por primera vez por la Presidencia, en aquella ocasión contra el actual presidente Felipe Calderón.
Este domingo su discurso fue mucho más moderado que entonces, aunque denunció que "no hubo la equidad que establece la constitución en este proceso".
"Es de dominio público el uso de dinero a raudales, la falta de equidad en los medios de comunicación", lamentó López Obrador.
La debacle del PAN
Fuera de todo protagonismo se queda Josefina Vázquez Mota, quien había ilusionado en sus primeras semanas como candidata, presentándose como una opción diferente -no era la favorita de Calderón ni de muchos en su propio partido- y como la primera mujer aspirante por un partido mayoritario.
Vázquez Mota se emocionó al reconocer su derrota, poco antes de que el IFE le otorgara entre un 25,10% y un 26,03% de los sufragios.
La aspirante conservadora pagó los errores de su campaña y el desgaste tras 12 años de gobiernos panistas.
Felipe Calderón, un férreo opositor al PRI antes y durante su Presidencia, se dirigió en la noche a la nación en un mensaje televisado para felicitar a Peña Nieto, y ofrecer "la absoluta disposición de colaborar con su equipo a fin de garantizar que el cambio de administración se dará de manera ordenada, transparente y eficaz".
En último lugar quedó Gabriel Quadri, de Nueva Alianza, con menos del 3% de los votos, en una jornada calificada como "ejemplar" por las autoridades.
Aunque se registraron algunos enfrentamientos entre simpatizantes en zonas rurales, falta de boletas en algunas casillas especiales y retrasos en la apertura de algunos centros de votación, el IFE declaró que los incidentes de redujeron a la mitad con respecto a la elección pasada.
El retorno
Ahora México espera a conocer el cómputo total de los votos y hace análisis del más que posible regreso del PRI a la residencia de Los Pinos.
El movimiento de jóvenes estudiantes del #YoSoy132 anunció que se manifestará para exigir claridad y transparencia en los resultados.
Pero a juzgar por los resultados, a Peña Nieto no le frenaron ni las multitudinarias movilizaciones juveniles en su contra, ni sus propios tropiezos en declaraciones públicas (por ejemplo, no saber el título de tres libros o el precio del kilo de tortilla), ni las advertencias de intelectuales que pedían no votar al "candidato ignorante".
Porque en estas elecciones no sólo se trataba de Peña Nieto, el mujeriego casado con una actriz de telenovelas, Angélica Rivera, el político criado en familia priísta al que muchos acusan de no ser más que un rostro bonito.
Estas eran las elecciones del PRI, un partido que todavía tiene fama de autoritario y corrupto, pero que aún controla gran parte de la política local, estatal… y ahora posiblemente también nacional en México.
Un gigante poder de movilización electoral que tuvo casi todo el siglo XX para tejer una red de agrupaciones sociales, sindicales y políticas que se asegurara de no perder ni un voto -el PRI ha negado acusaciones de compra de sufragios en comunidades pobres- en tiempo de elecciones.
En 2000 perdieron la Presidencia tras una década de desgaste político, en lo que muchos opositores al PRI llamaron la "Transición a la verdadera democracia".
Las elecciones de 2006 fueron el gran sonrojo para su candidato, que se convirtió en irrelevante en una disputa entre Felipe Calderón y Andrés Manuel López Obrador.
Y las de 2012 han sido el gran recordatorio de que quizás el PRI nunca se fue. No en vano gobierna en 20 de los 32 estados de la República, tiene mayoría en la Cámara
de Diputados (cámara baja) y aún ejerce su influencia en numerosos sindicatos nacidos durante sus años de gobierno.
Peña Nieto, quien ya se presenta como presidente electo, dice ser representante de un Nuevo PRI que aprendió de sus errores del pasado, aunque su partido aún vive salpicado por escándalos de corrupción y vínculos con el crimen organizado.
Y muchos en México aún se preguntan qué tiene realmente de nuevo este PRI.
Sea o no verdadero el ánimo conciliador con el que Peña Nieto se ha presentado a los mexicanos en su noche de celebración, si en diciembre se convierte en presidente le tocará gobernar un país que se parece poco al de la época dorada de su partido.
Un México mucho más crítico con el poder, acostumbrado ya a unas instituciones relativamente independientes y a la alternancia en el poder.