Por Juan Miguel Zunzunegui
Normalmente comienzo a escribir cuando tengo convicciones y quiero compartirlas, rara vez escribo solo para divagar, pero lo cierto es que la realidad actual de México da poco espacio para las certezas. Hay una cosa que tengo clara: Enrique Peña Nieto, voto por voto, tuvo más sufragios que AMLO pero, ¿eso significa que la democracia funcione y que no estemos frente a un fraude? Depende de cómo definamos fraude…, no lo hay en la votación, pero lo hay quizás en toda el sistema de una estructura inamovible de poder. López habla de “los de arriba”, y por más conspiparanóico que resulte, esos de arriba existen…, han existido por siglos, y de hecho el país siempre ha sido de ellos…, en ese sentido nuestra democracia en si misma es un fraude.
Vayamos a los orígenes; bien sabido es por quien me lee que siempre he defendido la hispanidad de la cultura mexicana, y eso, ser hijos de los españoles, tiene pros y contras. Nueva España fue un reino donde una pequeñísima elite, los españoles peninsulares, dominaba todo. El español vino a América, la despobló, la aculturizó y después de eso la colonizó y le impuso una cultura, somos resultado de ese proceso, guste o no.
Pero ese español vino también a tener hijos…, y a desconocerlos, por lo menos, a discriminarlos. No hablemos de los mestizos, que en aquellos tiempos de ideas en torno a la limpieza de sangre, eran evidentemente considerados inferiores por su sangre india…, pero hablemos de la primera élite que se rebeló contra un poder superior: los criollos.
Los criollos contaban con esa “pureza de sangre” en tanto que eran hijos de español y española, y aún así cayó sobre ellos la discriminación por el simple hecho de nacer en este suelo americano. Al principio, por ahí de 1600, los criollos eran una clase incómoda pero escasa, para 1700 eran molestos, pero poderosos y necesarios…, en 1767 se estableció una política oficial de discriminación del criollo a través de las reformas borbónicas…, fue únicamente entonces, cuando fueron expulsados del círculo más alto de poder, cuando comenzaron a conspirar…, de ahí surge Miguel Hidalgo, y de ahí surge el libertador aristócrata: Iturbide.
Es decir, en Nueva España / México se repitió el mismo fenómeno “revolucionario”, y es que las revoluciones no las hacen los de abajo, las hacen los de arriba y convencen a los de debajo de pelearlas. Evidentemente, quien planea una revolución no es parte del círculo selecto, sino justo del que le sigue, del que tiene casi todo pero aspira a más: esa era la situación de los criollos del siglo XIX, que no se habían revelado antes porque las condiciones les resultaban favorables…, cuando quedaron demasiado expulsados del círculo principal de poder, tomaron las armas, rompieron los lazos políticos con España, crearon un nuevo país, tomatón el poder y se convirtieron en la nueva elite…, nada cambió para el pueblo.
En 1910 el poder, en todos los sentidos, llevaba décadas en manos de un círculo selecto del porfiriato, los llamados científicos. Había otros poderosos y acaudalados como la familia Madero, de las más ricas del país, tenían mucho, pero no tenían acceso a todo…, y entonces inventaron una revolución.
La revolución mexicana, lo he señalado varias veces, no fue ganada por el pueblo, sino por los aristócratas, en un primer momento por Madero, efímeramente por Huerta en un intento de restablecer al anterior orden, y luego por Carranza y Obregón, los asesinos de los héroes populares Zapata y Villa.
Fue así como se dio un giro de 360 grados, es decir, de esos en que se da la vuelta entera y se sigue por el mismo rumbo, la revolución la ganó la aristocracia, la derecha…, los que estaban arriba, pero no en la cúpula. Es decir, ocurrió en nuestra revolución el mismo cambio que en todas las revoluciones, la cúpula fue desplazada por otros, sólo un poco menos poderosos que ellos, que se establecieron como nueva cúpula…, y entonces institucionalizaron la revolución para que ya nada cambiara.
De 1940 al año 2000 todos esos movimientos se siguieron dando, ahí donde no se veían: al interior del partido que monopolizó el poder…, eso comenzó a fracturar el partido en 1968, lo escindió en 1988 y lo fracturó del todo en 1994…, por eso finalmente perdió fugazmente el poder en el año 2000. Y en ese año 2000 no fue el pueblo el beneficiado, fue una elite de casi hasta arriba, que desplazó a los de hasta arriba…, como siempre…, y también como siempre poco o nada cambió para el pueblo.
¿Qué ocurrió en 2012? El eterno conflicto en la cúpula, los desplazados se las ingeniaron para volver…, en este sentido, ¿a quién representa AMLO? Él tiene que decir que al pueblo, porque esa falacia pretenden todos los revolucionarios…, pero una vez más representa a cúpulas muy poderosas, pero desplazadas. Como en el siglo XIX y el XX el bienestar del pueblo nada tiene que ver, los “no tan poderosos” tomaron como paladín representativo a AMLO en un intento de remover a la cúpula..., pero nunca de cambiar las cosas para el pueblo.
Desde esta perspectiva el pueblo mexicano nunca ha ganado y la democracia es sólo un discurso ideológico para que unos pocos manden y tengan todo el poder. Los de hasta arriba compran votos sin duda…, y los que tratan de desplazarlos inventan movimientos espontáneos, todo dentro de un juego de poder que al final todo lo que busca es ver quiénes repetirán los privilegios…, pero nunca, jamás, es un proyecto del pueblo, que como en la independencia y las revoluciones carne de cañón.
La carne de cañón sólo existe cuando hay ignorancia, y aquí hay mucha, por eso, sectores completos del pueblo se dejan envolver en un discurso revolucionario, y algunos hasta tomarían las armas para matarse estúpidamente en nombre de alguien que nunca va a representarlos. AMLO no es la enfermedad, es sólo un síntoma.
Desde el siglo XVI hasta el XXI y contando, México es el proyecto de unas elites que simplemente se pelean entre ellas para ver cuál será la más poderosa…, lo demás es pantomima, pero la ignorancia permite que a pesar del paso de siglos las condiciones fundamentales no cambien.
Entre 1808 y 1824 murió un millón de mexicanos, más del 10% de la población, para encumbrar a una elite, eso siguió ocurriendo toda la primera mitad del siglo XIX, eso ocurrió en la guerra de reforma y en la revolución…, y eso es lo único que ocurre en el siglo XXI. Por eso a los políticos siempre les ha convenido que los mexicanos estemos “al grito de guerra”…, grito que nunca le ha convenido a los mexicanos. Yo no voté por AMLO, no voté por PEÑA, soy ateo, no soy #132…, porque sé que todo es sólo parte de los juegos de poder, de esos que nunca le han servido ni le servirán al pueblo.