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En lo que fue la noche de la ceremonia oficial de inauguración del 9no. Festival Tetabiakte, la Orquesta Filarmónica de Sonora, bajo la dirección de Rey Alejandro Conde, se presentó en la Plaza Álvaro Obregón, lugar donde está el escenario principal de este festival. La plaza estaba prácticamente llena, las sillas no alcanzaron y el público expectante se entusiasmó al ver subir al escenario a la orquesta. Previamente, el ambiente lo había preparado el grupo Achai, y siguió la música mexicana. Una agradable, fresca temperatura, favoreció para quedarse largo rato en la plaza y comprar antes del concierto un champurrado o un coctel de elote. Había público de todas las edades. Fue lugar de encuentro, allí se toparon amigos que hacía mucho no se veían. El repertorio fue de música ligera. Hubo música de salón para piano del siglo XIX en arreglo orquestal, algunos valses, danzones y chotises, canciones en popurrí de Agustín Lara, y desde luego, no faltó el Danzón no. 2 de Márquez, una pieza que con mucha regularidad aborda la Filarmónica y que fue con la que empezó. Escuchar a una orquesta en un espacio tan abierto a través de bocinas, con amplificación, no es la mejor manera de apreciarla. Sin embargo, anoche la amplificación estuvo bien regulada y se pudo disfrutar. La orquesta interpretó con soltura un repertorio que no tiene mayores complicaciones. Si bien por el entorno, las circunstancias, se entiende el que se aborde este repertorio que ciertamente puede ser disfrutable, también no deja de ser una oportunidad perdida de escuchar en plenitud a una orquesta filarmónica con una música más rica, que exija más, explote todos los recursos que ella tiene y el público escuche obras maestras, y esto porque la Filarmónica, pese a ser de Sonora, rara vez viene a Cajeme. Esperemos que esto cambie y venga más.
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