El humor en México
Jaime E. Mondragón
Domingo 03 de Marzo de 2013

ESCRITORIO ECONÓMICO
M.N.I. Jaime E. Mondragón M.

El pueblo mexicano siempre ha mostrado una franca inclinación en favor del espectáculo de humor fino.  Ha aplaudido artistas nacionales y extranjeros y por supuesto,  de este tema hay mucho de que platicar y escribir.

Inicio con Juan Verdaguer,  cómico uruguayo avecindado en México.  Hombre de fino humor que se cuidaba de la adultez de la audiencia para elevar el color de sus chistes.  Por ningún motivo contaría algo encendido si era hora temprana o si tenía infantes o adolescentes en su público.  Otro detalle de su personalidad:  vestía muy formal y jamás recurrió al travestismo o a disfraces ridículos para hacer reír a la gente que acudía a sus presentaciones.

En cierto programa de TV le avisaron a Verdaguer que había iniciado el horario nocturno  y que podía contar un chiste pícaro.  Entonces soltó la siguiente historieta:  Un hombre de 40 años,  casado con una mujer mayor,  se levanta decidido por la mañana y le dice a su esposa:  “Tengo que decirte algo que no te gustará.  Da lo mismo,  que te lo voy a decir de todas maneras.  Quiero el divorcio porque me voy a casar con una mujer más joven,  con una de 20 años.” 

La mujer lo escucha y sin alterarse le contesta:  “Bien, te informo entonces que yo me casaré pronto,  en cuanto cumpla los 60 años,  con un joven de 20.  Por razones matemáticas me va a ir mejor que a ti y te morirás de envidia.”

¿Qué tienen que ver las matemáticas en este asunto?  Pregunta amoscado el hombre.  Su mujer le contesta: “Piensa que 20 entra más veces en 60 que 40 en 20 ...”  ¿No le parece exquisito el sentido del humor de Verdaguer?

Otro cómico extranjero que merece mención es Gila,  aquel español que solía llamar por teléfono y preguntaba al enemigo:  “¿Está el General?  ¡Que se ponga!”  O preguntaba por Venancio o por cualquier personaje imaginario con el que hacía su sketch.  Este artista era de monólogos telefónicos y tuvo amplia aceptación en su tiempo.  ¿Fue de sus preferidos,  amable lector sexagenario?

Y hablando de los tiempos pasados es inevitable citar  La Tremenda Corte, que se transmitió en la radio cubana entre 1942 y 1961. Después de la revolución cubana, a mediados de la década de 1960, el programa se llevó aMéxico. El programa original es considerado, por muchos conocedores en la materia, como la mejor comedia radiofónica Latinoamericana de entonces.  Cito los principales personajes:  Tres Patines, Nananina,  RudecindoCaldeira y por supuesto,  el Juez que solía juzgar los casos.  Un programazo.

Pero en este tipo de comedias radiofónicas yo preferí al Panzón Panseco,  un locutor yactor cuyo nombre verdadero era Arturo Ernesto Manrique Elizondo. Nació en Monterrey, N.L. en 1910 y murió en la Ciudad de México en 1971. Este polifacético artista se caracterizó por hacer escarnio de su obesidad y de la tacañería de los regiomontanos,  sus paisanos. 

El Panzón Panseco,  que en sus inicios hizo pareja cómica con el Tío Gamboín,  se presentaba con su equipo de actores dos veces por semana en XEQ en su primera época (1949) y de allí pasó a la XEW para llegar finalmente, por poco tiempo y sin mayor trascendencia,  a la televisión.

Los personajes del equipo del Panzón Panseco hicieron escuela:  el indio Régulo (que fuera pareja artística de Madaleno), el “Ojón” Jasso que hacía el personaje de  Filiberto Chagoya y Cárcamo;  la sirvienta Domitila, que repetía a cada rato ¡Ay quisiñor tan sangrón!,  Pedro D´Aguillón y una telefonista que se presentaba como “Calixta,  la telefonista siempre lista”.

En aquel programa, Luis Manuel Pelayo hacía de gachupín, parodiando la manera de hablar de los españoles avecindados en nuestro país. Un detalle adicional: allí hicieron sus pinitos artísticos el Profesor Jirafales y la Chilindrina, los conocidos personajes del Chavo del 8, que entonces interpretaron otros personajes.

¿Se acuerda de Antonio Espino,”Clavillazo”, con manos enormes y expresivas?  “¡Momento,  que la cosa es calmada!”, era la expresión que lo identificaba. No fui fan de este cómico.  En cambio, no perdía las emisiones radiales de Viruta y Capulina.  Escuchar a esta pareja de humorismo blanco reunía y unía a la familia.  Los vi haciendo cartelera con otros cómicos de entonces, entre los que recuerdo al Loco Valdéz,Manolín y Schillinsky,  Los Xochimilcas,  Borolas y otros consentidos de la asistencia a los teatros “de variedad”  en la capital de la república.

No tengo ninguna duda de que Don Óscar Ortiz de Pinedo,  actorazo de teatro y cine,  se moriría de vergüenza al ver un programa de su hijo Jorge. Y con toda razón.  Lector:  ¿Ha visto peor programa que “Cero en conducta” (La Escuelita)  de Jorge Ortiz de Pinedo …? .  Quizá este programa sea el atentado más artero contra la inteligencia mientras que “Guerra de Chistes” lo es contra la decencia y las buenas costumbres de familia.   Pregunta obligada:  ¿No hay censura en TV?

Mauricio Garcés es un actor recordado por sus películas en las que hacía papel de galán seductor, maduro y sofisticado de alta sociedad;  popularizó e implantó en el habla mexicana las frases «Las traigo muertas», «¡Arrrroz!» y «Debe ser horrible tenerme y después perderme».  Feo pero simpatiquísimo solterón empedernido,  se “fajó” a los mejores cueros del cine de entonces.  En teatro era fantástico y particularmente recuerdo sus obras La Tía de Carlos y Departamento de Soltero.   

Hablando de teatro, en el género de comedias humorísticas, los consentidos fueron Emilio Brillas y don Óscar Ortiz de Pinedo, José Gálvez,  el citado Mauricio Garcés, Sergio Corona, Manuel El Loco Valdéz y Pompín Iglesias. Entre las mujeres, en primerísimo lugar Amparito Arozamena y después  Begoña Palacios, Luz María Aguilar y Yuyú,  un monumento de mujer.

Se cuece aparte un grande de la sátira política,  Jesús Martínez,  “Palillo”.  Cuando se desmandaba en contra de algún encumbrado de la política nacional,  de la Gayola le gritaban: ¡Palillo,  ahí viene Uruchurtu!, recordándole que por sus exabruptos este Regente de la Ciudad de México lo mandaba apresar con frecuencia.  A ese grito solía contestar:  “No me asusta,  manito.  ¡A mí hasta las calaveras me pelan los ojos!” y con esta respuesta el auditorio alcanzaba el máximo de euforia. Era creencia general que Palillo traía siempre un Amparo Judicial en la bolsa.

Los amantes del baile prefirieron a un actor cómico,  de extracción popular, que por sus movimientos parecía invertebrado: Adalberto Martínez “Resortes”. Su popularidad era mucha y sin embargo,  no daba la talla para  competir con un ídolo nacional:  Germán Valdéz “Tin Tan”,  el pachuco de Ciudad Juárez que impuso la estrafalaria vestimenta y el mostrenco hablado de los “pochos” en las clases baja y media-baja de las ciudades metropolitanas de nuestro país.

Un preferido nuestro, ídolo de los habitantes del norte del país: Eulalio González “El Piporro”, el hombre del Taconazo, que llenaba estadios y cines cuando se presentaba y donde se presentara.  La diferencia entre un estadio o cine lleno a reventar y un estadio o cine con entrada regular la hacía El Piporro.  “¡Ajúa,  raza!  Ya llegó el que andaba ausente …!

Usted, como yo y todos los que lo disfrutamos, jamás le escuchamos al Piporro una grosería o un chiste ofensivo.  Sus canciones y los comentarios que en ellas hacía, eran de mucha gracia e ingenio.  Fue un excelente embajador de la bonhomía ruda y la sencillez rústica de los hombres del norte.

Los asistentes a las carpas recordamos con agrado a Paco Miller y su muñeco Don Roque.  Este ventrílocuo era también empresario y trajo a la provincia a muchos artistas cotizados. Don Roque era un muñeco feo que repetía a cada rato: “¡Le rajo la cara a cualquiera!” y con este estribillo retador hacía que la gente de las gradas “le metiera calor al asunto”.

Los imitadores siempre fueron del gusto de los mexicanos y en este género destacó Ferrusquilla,  un sinaloense del que se decía que tenía mil voces.  Un conocido locutor, Pedro D´Lille, dijo que si Ferrusquilla se lo propusiera,  podría hacer la voz de Dios. Este comentario le generó al imitador un problema inesperado y serio con las Autoridades eclesiásticas.

Ferrusquilla  fue el gran amor de una artista que se consagró en películas con Pedro Infante:  Blanca estela Pavón  ¿se acuerda de la muy querida “chorreada”,   en las películas Pepe “El Toro”, Nosotros los pobres y Ustedes los ricos?.  Me atrevo a decir que hay muy pocas películas mexicanas que hayan sido vistas tantas veces como estas tres lacrimógenas películas.  Todos los mexicanos sin excepción lloramos con Pepe El Toro y su Chorreada la trágica muerte del Torito.

En ese campo artístico de las imitaciones,  Los Polivoces fueron los preferidos durante muchos años. Resulta muy lamentable que esa pareja artística se separara definitivamente cuando estaban viviendo sus mejores momentos.  Sus personajes y sus imitaciones eran de muy alta calidad y sus ratings en TV eran envidiables. Una nota muy importante: Nunca fueron ofensivos y sus espectáculos eran propios para disfrutarlos en familia.

Concluyo:   los cómicos a que he hecho referencia y homenaje,  no necesitaron de la vulgaridad, las palabras gruesas, las insinuaciones vergonzosas, vestirse de mujeres o hacer parodias de homosexuales para merecer el reconocimiento y la preferencia del público.  Sus shows recibieron la aprobación general y se ganaron el privilegio de ser bien recibidos en los hogares mexicanos.

Sin duda,  aquellos tiempos y cómicos difieren de los tiempos y los cómicos de ahora.  Y también sin duda,  los cómicos de antes crecen en el tiempo con la actuación de los cómicos (¿?) del presente.  ¿Está de acuerdo conmigo,  estimado lector?

 

 
 

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