El extraño retorno de Parodiando
Álvaro Cueva / Milenio
Jueves 18 de Abril de 2013

Qué curioso es el público de este país. Se la pasa quejándose de que no le dan cosas nuevas, diferentes ni originales, exigiendo calidad, contenidos y competencia, pero nomás le ponen una segunda edición de Parodiando y cae redondito, redondito.
 
¿Entonces por qué se queja? ¿Para qué se queja? ¿Para quedar bien? ¿Para fingir algo que no es?

¿Para qué quiere calidad? ¿Para qué pide contenidos? ¿Para qué necesita competencia?
 
Mejor que reconozca que le gusta la tele fácil, que no tiene ni la más mínima intención de evolucionar y que así, viendo lo mismo, se siente seguro, estable, feliz.
 
México se ahorraría muchos problemas adivinando cómo podrían ser los nuevos formatos y las nuevas historias que están pidiendo todos esos millones de hombres y mujeres.
 
Y nuestras autoridades, en lugar de estar debatiendo una reforma en materia de comunicación, estarían invirtiendo su tiempo en algo útil.
 
A mí no me preocupa Parodiando, me preocupa el pueblo de México. Un país al que le presentan semejante programa y no protesta, es un país en problemas.
 
¿Por qué? Porque el año pasado nos habíamos quedado en que Parodiando (como de Azteca) era lo más despreciable del universo.
 
Despreciable porque distorsionaba el verdadero sentido de la imitación, porque desprestigiaba el trabajo de la gente que, de manera profesional, se dedica a este tipo de cuestiones.
 
Porque fue una producción mal planeada que se fue resolviendo sobre la marcha y porque su ganador jamás participó en alguna producción digna de Televisa ni construyó algo parecido a una carrera como, se supone, se tiene que hacer con cualquier reality que se respete.
 
Si ya sabíamos todo esto, ¿por qué nos emocionó ver Parodiando el domingo pasado? ¿Porque nos gusta que nos humillen? ¿Porque nos gusta que nos vean la cara?

Piénselo porque en este negocio es muy fácil criticar los programas, pero los que deciden si triunfan o fracasan somos nosotros, los espectadores.
 
¿Qué nos está diciendo de nosotros, los mexicanos, el extraño retorno de Parodiando después de un fracaso como Lo que más quieres?
 
¿Qué nos está diciendo de nosotros, como país, un programa de televisión cuya máxima aportación es una sección titulada La máquina del tiempo donde vamos a ver dizque imitaciones de cosas que se veían en 1981 como a Luis Miguel cantando “1+1 = 2 enamorados”?
 
¿De eso se trata? ¿De retroceder? ¿De volver al pasado? ¿De extrañar momentos como el sexenio de José López Portillo? ¿Esa época fue hermosa? ¿Fue hermosa, por ejemplo, la estatización de la banca?

Todo esto me da mucho miedo porque, ¿qué tiene que estar viendo, como bonito, la juventud de 2013, algo que sucedió muchas décadas antes de que naciera?

¿No se supone que nuestros chavos tendrían que estar contando sus propias historias? ¿No se supone que usted, México y yo hemos cambiado desde entonces?
 
¿Qué es Parodiando? Un concepto muy extraño de entretenimiento dominical que se transmite a las 20:00 horas por El Canal de las Estrellas?
 
¿Y qué es lo que tiene de extraño? Que se supone que es, primero, una emisión de gala y, después, un reality show.
 
Pero yo lo siento como un programa de aficionados que se puede hacer en cualquier televisora regional y más que como un reality show tipo Big Brother o La academia, como una vil emisión de concursos con todo lo que esto implica a nivel legal.

¿En qué consiste? En ver a personas ajenas al medio artístico ridiculizar a luminarias como Amanda Miguel, Vicente Fernández y Mónica Naranjo.
 
Sí es importante eso de ridiculizar porque es lo que marca la diferencia respecto a lo que se ha estado haciendo en otras partes del mundo.
 
Que aparezca una muchacha haciendo bizcos, comportándose de manera grotesca y sacando pelos de colores de sus axilas no es, desde ninguna perspectiva, un homenaje.

Igual, que salga un muchacho vestido como Michael Jackson, pero cantando a La Tesorito, no es rendirle culto al Rey del Pop, es pisotear su memoria, burlarse.
 
¿Sí me entiende? ¿Entonces por qué los responsables de este híbrido insisten en vendérnoslo como un reconocimiento, como algo positivo?
 
¿Y cuándo menos es emocionante? Mire, no es lo emocionante, es que, a pesar de todos los canales abiertos que tenemos en México, ninguna otra señal está transmitiendo una inversión más o menos comparable a esa hora.

Por tanto, la sensación es de que no hay otra cosa que ver y el resultado es un éxito indiscutible.
 
¿Entonces toda la gente que sale ahí es mala? No, hay talentos maravillosos como el de Héctor Sandarti o como el de Angélica Vale. Lo que pasa es que están subutilizados. Eso es triste. Pero lo más triste, insisto, es la lectura social, el confirmar que, en este país, decimos una cosa pero hacemos otra, que estamos perdidos, que no queremos cambiar. ¿O me equivoco?

 

 
 

Copyright © 2006-2025. Todos los Derechos Reservados
InfoCajeme
www.infocajeme.com