Estampas de mi niño puberto
Aureliano Rincón
Martes 30 de Abril de 2013

“Este niño vale oro”, me expresó casi en secreto aquella anciana que minutos antes se había parado frente al Aribaipa 1701, a donde nos habíamos mudado días atrás, para preguntar si podía disponer de un par de troncos secos que se hallaban por fuera de la vivienda.
 
Pasada mi autorización, la mujer jaló con afán uno de los troncos por varias cuadras, no sin antes avisar que volvería por el resto y fue a su regreso cuando mi hijo salió de casa para ofrecerle un vaso con agua y así se ganó las simpatías de aquella señora, de cuerpo lánguido y rostro sereno.
 
En el patio que compartimos en Navojoa, alguna vez mi abuelo me confesó: Este Cleto (así le llama de cariño, pues es el onomástico de su nacimiento, el 26 de abril) es bien aventado, no le da pena nada y eso es bueno porque se atreve a hacerlo... es bien "entrón". Asentí sonriendo, sin profundizar en sus palabras.
 
Y vaya que le hace honor a esta apreciación, sobre todo en las fiestas familiares. Cómo olvidar que en los xv años de mi hermana Rosa Elena, él apenas rebasaba los dos años y se convirtió en el centro de las miradas en una rueda humana que le ovacionaba sobre la pista. Mi orgullo se lo atribuyó a una especie de simpatía a su pequeñez.
 
Pero casi una década después las palabras de Don Chuy siguen vigentes, ya que en la boda mi hermana Rosen, de nuevo fue el foco de atención: se dio tiempo para bailar con su abuela paterna, “perrearle” a la novia y sin el menor de los sonrojos, capturar la liga para danzar con la hermana del novio que casi le triplica en edad.
 
Fue en una de tantas charlas en su oficina, cuando el colega Chayobeto me confió: “la carita de Ernesto-musitaba-me relaja, da tranquilidad”. Solidario sobre todas las cosas; conservo aún como amuleto la carta que con su puño izquierdo me acarició con palabras de aliento en tiempos de aciago:“pase lo que pase papi, cuenta conmigo”.
 
Sin exagerar, existen muchas anécdotas y gestos de su calidad humana, pero sería un exceso en mi condición de padre. Me atreví hacer este breve recuento de sus vivencias, motivado porque este 30 abril será su último Día del Niño como tal, aunque para la familia Rincón Gallegos siempre será nuestro cachorro.
 
En este nuevo trayecto, deseo que haga suya aquella frase de San Agustín, a propósito de la adolescencia: “Si necesitas una mano, recuerda que tengo dos”. Espero tener las fuerzas y el tiempo para agradecerle todas las muestras de afecto y bonhomía que ha tenido con su padre…conmigo.  Animo Cachorro [mapache] gracias por ser tú.

 

 
 

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