Los salvó una premonición de su madre
Redacción
Miércoles 05 de Junio de 2013

Entre las historias de llanto, horror e injusticia que generó el incendio de la Guardería ABC, la de Gregoria Luz Machichi García es una historia singular de buena suerte, premonición, milagro, tal vez instinto maternal, o como quiera llamarse al factor que salvó de la tragedia a sus hijos Rubén y Roberto, internados en la guardería aquel 5 de junio de 2009.

Gregoria vive ahora en Cd. Obregón y asistió a la vigilia celebrada este martes en recuerdo de las víctimas. En el 2009 ella vivía en Hermosillo y trabajaba en una empresa de sus hermanos, mientras Rubén y Roberto, de 4 y 2 años respectivamente, pasaban la mañana en la Guardería ABC, de donde los recogía alrededor de las 3 de la tarde.

Aquel 5 junio, ella salió un poco antes de la oficina y decidió ir a comer a casa antes de pasar por sus hijos.

"Pero cuando quise comer no pude pasar el bocado, la comida se me atragantaba, por más que intentaba hacerlo no podía tragar", narra Gregoría a quien su madre le dijo alguna vez que cuando uno no puede comer es porque los hijos tienen hambre y primero hay que procurar por ellos.

Guiada por las palabras de su madre, Gregoria hizo a un lado los alimentos y contra su costumbre decidió no esperar a las tres de la tarde para recoger a sus hijos sino ir más temprano, por aquello de que debían tener mucha hambre pues ella no podía comer.

"Recuerdo que llegué a la guardería y todo estaba normal. Me dieron a mis hijos y regresé a casa. Apenas había llegado cuando me habló una amiga para preguntarme con voz angustiada si ya había recogido a mis hijos y le contesté que sí... Entonces me dijo algo que me dejó paralizada de terror: La guardería estaba ardiendo y adentro habían quedado atrapados muchos niños".

Al recordar ese momento la voz de Gregoria se quiebra. La dalegría de tener vivos a sus hijos, de haberlos recogido antes de que empezara el incendio sólo por el impulso de una premonición, no es suficiente para ahogar la tristeza que siente por los niños que perdieron la vida o resultaron con lesiones graves.

En sus palabras hay tristeza, pero también indignación por los nulos resultados que hasta hoy han arrojado las investigaciones judiciales.

En este punto tiene muchas dudas que, dice, comparte con otros padres. Pero no quiere hablar, no quiere especular pues también tiene miedo. Sin embargo suelta una frase:

"Ya basta de echarle la culpa al cooler que dizque se quemó y causó todo... Eso no lo creemos".

 
 

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