Ronnie Camacho, con gran sencillez y profunda sensibilidad, refrenda su amistad a Miguel Sotelo; le rinde homenaje y eleva la memoria de su gran amigo.
También nos ilustra narrando pasajes de la trayectoria del gran lanzador a partir de juventud y su relación con él cuando jugaron juntos con los Pericos de Puebla, campeones en 1963.
Su expresión, muy humana:
“Esto que voy a escribir no está en mi libro; lo saqué del corazón para decirles a todos ustedes lo mal que me sentí cuando recibí la noticia de su fallecimiento.
Hace dos meses me llamó para preguntarme como andaba, aquí en Cananea, y me preguntó por todos los amigos que dejó ya hace algunos años en esta ciudad mineral.
Empezó a recordar nuestros años de gloria con los Pericos de Puebla, en el año de 1963, cuando prácticamente nos dio el campeonato al ganar 24 juegos y perder 8.
Aquellos días en que dominaba a Espino con sliders y a Bobby Prescott del Poza Rica, un poderoso bateador panameño, lo sacaba out fácilmente y siempre con hombres en las bases.
Aquí en Cananea lanzó en sus años de juventud. Le tiró a Phoenix un juego sin hit ni carrera y ya pintaba lo que iba a ser.
Después se fue a los Naranjeros de Hermosillo y volvió a lanzar sin hit ni carrera, el primero en la historia del equipo capitalino y de ahí comenzó una gran carrera colmada de triunfos y muy pocas derrotas.
Cuando me enfrenté a él en Empalme, me sacó out todas las veces que fui al bat; es más, me dolían las manos cuando le daba a la bola.
Tenía un slider que le zumbaba al llegar al jom y su recta era muy pesada, casi imbateable. Además, tuvo una virtud: no daba bases por bolas.
A Miguel había que sacarlo antes del tercer inning, si no, ahí lo tendrías todo el juego, como fue siempre su costumbre.
En el Fernando M Ortiz, allá en Hermosillo, me siguió sacando out...después me lo encontré en Puebla como compañero de equipo donde por cierto le dije: “Ahora, tendrás un out menos”.
Nos hicimos los grandes amigos y vivíamos en los mismos departamentos; éramos casi vecinos, por la 3 Sur pasando la 25 Poniente y nos íbamos juntos al parque Ignacio Zaragoza.
Una cosa muy curiosa deseo comentarles: Cuando él lanzaba, yo bateaba jonrón.
Enrique Montero Ponce director del periódico La Voz de Puebla, escribía: Hoy Ronnie dará jonrón; va a lanzar Sotelo”.
Eso se nos daba; fue algo por demás especial y veíamos cómo la gente acudía ese día al parque y… siempre salíamos todos con los brazos en alto.
Solíamos comer los domingos en el restaurant El Vasco, en los portales, casi enfrente de la majestuosa Catedral poblana. Nos reuníamos con la familia y nos retirábamos ya tarde. Los lunes eran días de descanso pero los usábamos para viajar.
Miguel:
Debo expresarte ahora que siempre te recordaré; te ganaste el corazón de Moi, Fitch, Sandoval Zacatillo, quienes estábamos detrás de ti cuando lanzabas. Eras disciplina pura, honesto y un excelente padre de familia....
Ganaste muchos juegos para nosotros y yo pienso que allá en Puebla, la gente que te vio jugar te recordará como un “Perico” que voló muy alto, que nos enseñó a todos una férrea disciplina, una responsabilidad inigualable en el trabajo y una vida social a prueba de todo.....
Gracias Miguel, por darnos tantas satisfacciones...
Que Dios te tenga en su Santa Gloria....
Ronnie.
Cualquier comentario enviarlo a:
Jesús Alberto Rubio
jarubio@guayamas.uson.mx
|