Más allá del cielo
Sergio Anaya
Domingo 27 de Octubre de 2013

"El cielo no es el límite", afirma Eduardo Guízar Sainz y él sabe lo que dice: Diseñó y vendió a la NASA el motor que mueve a la nave Curiosity en sus recorridos por la superficie del planeta Marte.

Ahora este ingeniero y empresario proveedor de la National Aeronautics and Space Adminisrtation (NASA) intenta convencer a los jóvenes mexicanos para que sigan adelante con sus sueños, "aunque parezcan locuras", dice, "porque así surgen las grandes innovaciones que transofrman al mundo".

La "locura" de Eduardo surgió en su natal Culiacán, cuando su madre lo llevó a ver la película Star Wars en la década de los ochenta. La historia narrada por George Lucas propició en él como en muchos chicos de su edad el deseo de hacer una carrera relacionada con la ciencia y la tecnololgía.

Por eso estudió Ingeniería Industrial, aunque pasó varios años en la vida rutinaria de un funcionario municipal en Culiacán, donde fue asesor de varios alcaldes y se dio tiempo para dirigir programas de radio.

Después de esa etapa se dedicó de lleno a su vocación por la ciencia y la tecnología. Solicitó una beca a Conacyt para desarrollar sus proyectos de innovación tecnológica pero no tuvo suerte, su solicitud le fue rechazada.
 
No se dio por vencido, insistió y al saber que la NASA impuslaba el programa Curiosity para llegar a Marte con una nave no tripulada, diseñó su prototipo de motor para mover las ruedas de la nave en su exploración del suelo marciano.

La propuesta interesó a los expertos de la NASA y contrataron sus servicios para que se dedicara a perfeccionar su proyecto, llegando así al prototipo que se adaptó a la nave que ahora está en Marte explorando la superficie de ese planeta.

Ahora Eduardo quiere que los jóvenes universitarios adquieran la confianza para llevar a cabo "locuras" como la que realizó él cuando nadie creía que fuera a hacer una aportación tan importante a ese conglomerado de sofisticada tecnología como lo es la NASA.

Esta semana estuvo en Cd. Obregón para ofrecer una conferencia a los estudiantes de Mecatrónica de la Universidad La Salle.

"En Sonora hay mucho talento, muchos jóvenes que pueden proponerse trabajar en las organizaciones tecnológicas más desarrolladas del mundo. Es cuestión de que se empeñen y crean en sus proyectos", comenta.

Pero el cultivo de estos talentos también es una obligación de las autoridades; la tecnología de alto nivel puede ser desarrollada entre nosotros, asegura Eduardo quien ha compartido su trabajo en la NASA con muchos ingenieros mexicanos y otros latinoamericanos.

"Aquí en Sonora piensan que con tener un gasoducto ya la hicieron, pero eso no es suficiente, pueden ingresar en otras áreas de la tecnología como lo han hecho en la industria aeroespecial", señala.

En esta área, dice, tienen mucho que desarrollar y no es descabellado pensar que en pocos años pueden tener un aeropuerto dedicado especialmente al arreglo y mantenimiento de aviones.

"Sonora tiene una ventaja competitiva frente a otras regiones: su clima seco. Este factor es importante cuando se trabaja en alta tecnología como la que se aplica a la industria aeroespacial", explica.

Así, con su exitosa experiencia como proveedor de la NASA, con su "producto" moviéndose en la superficie de Marte, Eduardo Guízar Sainz tiene autoridad para convencer a los jóvenes que sus sueños, locuras y proyectos pueden realizarse aquí en la tierra o en cualquier parte del Universo.

"Porque el cielo ya no es el límite", afirma Eduardo y él sabe lo que dice.

 
 

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