Estamos en la recta final de la primera vuelta y los Yaquis se encuentran en el frío sótano de la Liga Mexicana del Pacífico.

Este fin de semana jugarán en Navojoa una serie crucial contra Mayos. Ambos equipos necesitan -les urge- ganar la serie para intentar el despegue de los útlimos lugares y buscar un acomodo entre la sexta y la cuarta posición de la tabla.

Todavía están en posibilidad de lograrlo, y eso les daría una segunda vuelta más cómoda, con menores presiones, y así llegar a la postemporada.

Se dice fácil, pero en la situación actual de los Yaquis parece muy difícil. El cuerpo de pitcheo está caído, varias de las derrotas en las series recientes se ha debido a la inconsistencia de los relevos e incluso a la mala actuación de los abridores. Basta ver que los de Obregón ocupan el penúltimo lugar de la LMP en el pitcheo colectivo para entender la causa de sus muchas derrotas.

Y aunque el bateo general del equipo es el quinto de la Liga, tampoco tiene una buena campaña porque han faltado los batazos oportunos, ligar imparables, no batearlos en solitario o cuando el marcador está casi decidido.

Por si esto fuera poco, hay otro dato negativo y de éste es responsable la afición: Los Yaquis son el equipo, después de Navojoa, con menos asistencia de público en su estadio.

¿Cómo es posible que la afición no mantenga el apoyo a sus Tricampeones?

Por si esto fuera poco, el equipo parece un hospital con jugadores clave lesionados -Douglas, Iker, el Fello que apenas se recupera- y el bateador más poderoso, Bárbaro Cañizares, que está por dejar al equipo para iniciar su aventura asiática.

Contra obstáculos como éstos deberán luchar los Yaquis en la serie de este fin de semana y en las dos de la semana próxima para aspirar a un cuato o quinto lugar en la tabla.

Se ve harto difícil. El equipo está en un peligroso desacelere y quedarse con el último o penúltimo lugar de la primera vuelta no augura nada bueno para lo que sigue.

Pese a todo, la casta de un Tricampeón tiene que salir a flote.