Despedida con luz y sombras
Javier Martínez Rosas
Domingo 02 de Febrero de 2014

Anoche concluyó la trigésima edición de Festival Ortiz Tirado y en el Palacio con su canto Joyce DiDonato fue la voz de despedida.

A diferencia de las recientes ediciones pasadas, no hubo orquesta, solo piano. El pianista acompañante fue David Zobel.

Antes de escuchar la privilegiada voz de Joyce, tuvo lugar la ceremonia de clausura donde además el gobernador Guillermo Padrés entregó un reconocimiento especial a Enrique Patrón de Rueda por su labor en los últimos cinco años en los que ha participado dirigiendo a la Filarmónica y como director artístico del Festival.

Pero todo este protocolo se extendió mucho, y luego el intermedio duró el doble de lo regular. Todo ese tiempo extra luego lo lamentaríamos.

El programa musical inició con “Canciones clásicas españolas” de Fernando Obradors, y aunque su español no fue muy bueno, supo transmitir la poesía de las canciones.

Después abordó un repertorio de su mayor dominio. Dos arias de Las bodas de Fígaro (Mozart),“Voi che sapete” y “Deh vieni, non tardar”, y “Una voce poco fa” de El Barbero de Sevilla (Rossini). En ellas su interpretación fue igualmente espléndida que su voz.

En la segunda parte nos dejó boquiabiertos con su virtuosismo barroco en “Morte col fiero aspetto” de Antonio y Cleopatra (Johann Haase), que fue la más exigente de la noche y cuyos pasajes de bravura nos puso en vilo.

Y cuando el recital estaba en su mejor momento empezó la fiesta de despedida en las calles de Álamos. Desafortunadamente el sonido del concierto del Callejón del Templo se colaba al Palacio, ya pasaban de las 21:30 y aún quedaban varias piezas en el programa. Eso no alteró la gran calidad de la interpretación, pero ya fue difícil apreciarla y disfrutarla como debe ser. Una pena.

 
 

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