La inflación en México
Jaime E. Mondragón
Martes 04 de Febrero de 2014

Los graves problemas nacionales y su evolución reciente (5): Salario e Inflación ¿o inflación y salario?

La definición más conocida de la Inflación es la del famoso académico Paul A. Samuelson: “Existe inflación cuando el nivel general de precios sube de manera general y sostenida”.  Y de la misma manera sencilla este autor define tres niveles de inflación: i) baja  ii) galopante y iii) hiperinflación.

México tiene en la actualidad una inflación Baja, pero la historia de la inflación en México es tortuosa. La inflación desbocada la inició Luis Echeverría Álvarez y con Miguel de la Madrid Hurtado este indicador alcanzó el registro oficial más alto de la historia moderna del país: 159%. Si tal fue el dato oficialmente reconocido, se antoja pensar que la inflación real fue más alta todavía.

La inflación, con sus enormes costos sociales inherentes, está bajo control y presenta registros sostenidos de un dígito a partir del año 2000.

Para determinar la inflación, se analiza cuánto ha aumentado porcentualmente el IPC (índice de precios al consumidor) en un período determinado con respecto al IPC en un período anterior.

Un dato muy revelador y poco conocido: la inflación acumulada de México en el periodo 1970 – 2013 es de 3,974%. Saque cuentas y considere que en dentro del periodo de referencia se quitaron tres ceros al peso.

Y si la inflación tiene este aberrante historial en el pasado reciente, la devaluación no se queda muy atrás, ya que sigue la misma tendencia.

Por razones obvias, la inflación se relaciona estrechamente con la economía en lo general. De hecho, es una consecuencia del manejo de la economía. Se vincula directamente con la eficiencia productiva (comportamiento de los costos de la producción) y con el salario (pago al factor Trabajo). A mayor eficiencia debe corresponder una disminución de los precios.

Pero los políticos, los gobernantes y los líderes de las organizaciones sindicales en México han distorsionado la cuestión y han favorecido abierta y generosamente al Capital, promoviendo infructuosamente la productividad con todos los medios a su alcance, coadyuvando a una modesta elevación de sus registros.

Los magros resultados de la política en favor de la productividad han generado, en cambio, un detrimento franco y muy sensible en el factor Trabajo. Los obreros pagan con grandes pérdidas los escasos logros en materia de productividad empresarial.

Los dirigentes empresariales, sindicales y gobiernistas tienen una terrible confusión de los conceptos Productividad y Ganancia, identificándolos como sinónimos. Esta confusión dio origen al sofisma que rige la Nueva Cultura laboral que instituyó y promovió el que fuera Secretario de Trabajo y denodado luchador por los intereses empresariales, Carlos Abascal.

Por esta interpretación tendenciosa que atenta contra los intereses de la clase trabajadora, en México han crecido considerablemente las Ganancias, pero no así la productividad. Si los productos mexicanos se fabricaran en un contexto de productividad real, serían más competitivos en el mercado global.

Consecuentemente, las Ganancias del capitalista mexicano se han logrado mediante la disminución del salario real de la clase trabajadora: En términos marxistas, que son más precisos, la ganancia empresarial se ha generado mediante la ampliación de la cuota de plusvalía  del trabajador. De su explotación.

Una aclaración importante: esta agresión, esta explotación ampliada (intensiva y extensiva) de la clase trabajadora no es privativa de México. Es una agresiva e inhumana política  global que impulsa la economía Neoliberal.

Puede aseverarse sin equivocación posible, que lo mismo en México que en el resto de los países del mundo, lo mismo los subdesarrollados y dependientes que los más avanzados, el éxito en la política antiinflacionaria ha radicado en la disminución real del Empleo y del Salario, y no precisamente en la elevación de la productividad.

El tema de Inflación y Salarios continuará la semana próxima.

ESCRITORIO ECONÓMICO
M.N.I. Jaime E. Mondragón M.

 
 

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