Tino y Rodrigo
Alejandro de la Torre
Viernes 21 de Marzo de 2014

Al descartarse al ex procurador Abel Murrieta, que dejó 390 homicidios sin resolver al renunciar a su cargo, en la competencia por la alcaldía de Cajeme, solo le quedan dos cartas a los grupos de poder que regentean al mismo partido que gobierna Cajeme con Rogelio Díaz Brown.

El gran peso político de Ricardo Bours Castelo y de Faustino Félix Escalante en el PRI local tendrán por una parte que llegar al reparto del pastel en 2015 o irse por la ruta de la colisión.

Al final del dia el poder económico se impondrá rumbo a la acumulación de fuerzas para recuperar la gubernatura para el boursismo, pero claro la piedra en el zapato se llama Beltrones.

Hay que advertir, empero, que no es directa como se ha querido hacer ver la vinculación de los faustinos con el tiranosáurico líder de los diputados priístas, más bien el Tinito ha sabido abrirse paso congeniando tanto con los grupos borusistas, beltronistas y ni se diga con los gandaristas o con los seguidores de Astiazarán que también busca la candidatura por la silla que ocupa Padrés.

Esta cualidad del diputado Tino lo destaca en los malabares del hacer partidario por encima del menor de los hermanos Bours Castelo.

Rodrigo es heredero de múltiples empresas y bienes de los Robinson Bours, que construye centenas de casas de interés social con su empresa PRYSA, gracias a los concursos de adjudicación del Infonavit a pesar de existir miles de viviendas abandonadas en Obregón, es también inversionista en el área acuícola, dueño de una de las naves industriales de la trasnacional Yazaki, socio de Tepeyac, Megacable, del emporio Bachoco y de muchas empresas más.

Pero el empresario no desarrolló esa labor política que Faustino desde su encargo como diputado federal ha sabido labrar, aunque todo mundo sabe que gran persona es señor Don Dinero.

Ambos beneficiarios directos de la tendencia anti padrecista originada por el no al Novillo, también se destacaron por ser protagonistas en echarle tierra a los afanes imperativos y necios del “Memo” que han terminado por hundirlo en el fango del desprecio priísta cajemense.

Pero no todo es miel sobre hojuelas. Este carácter bípedo de la pugna por el control de Cajeme se resiente por los afanes secesionistas del sur del municipio que pretenden instalar el municipio número 73, y por la animadversión popular que podría generarse contra ambos personajes por ser hijos del poder, de ser parte de una casta adinerada que pretende seguir beneficiándose del gobierno o usarlo para garantizar la permanencia de sus intereses que siempre ha acaparado la economía regional; que continua dándole prosperidad y riqueza a unos cuantos en contraste con la pobreza y destajo para la mayoría; que expresa también un masoquismo voluntario o involuntario en los miles de votantes para perpetuar al PRI o regresar al PAN cuando son los causantes del deterioro social y municipal.

A la mitad del camino entre elecciones pasada y próxima y a pesar de ganar el PRI la alcaldía en 2012, los 100 mil votos por Díaz Brown pueden ser tan efímeros, reveladores e impredecibles como los 64 mil de Barro en 2009, o los 71 mil de Villanueva en 2006 o los 56 mil de Félix Holguín en 2003, (ciclo PRI-PAN-PRI-PAN).

Los acontecimientos modernos muestran en las últimas décadas, vuelcos impresionantes. (Alejandro de la Torre).

 
 

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