CD. DE MÉXICO.– De la noche a la mañana Bangkok, Tailandia, se llenó de cholos. Sin embargo, lejos de hacer su arribo junto con una oleada de violencia y marginación asociada comúnmente a la cultura de los mexico-norteamericanos, los grupos que se reúnen periódicamente en los parques de la capital tailandesa son personas comunes y corrientes que sueñan con ser, al menos en apariencia, lo que ellos llaman “mexican gangsters”.
Es así que profesionistas de todo tipo por la noche se visten de cholos. ¿La razón? Convertirse en gangsters mexicanos. De esta manera, la fascinación por la estética baggy y cubierta de tatuajes old school llegó a otro nivel al otro lado del océano Pacífico, en donde los coches lowrider y el hip-hop en español son parte de una nueva subcultura que tiene raíces en la frontera entre México y Estados Unidos, particularmente en el este de Los Angeles.
De esta manera, con tatuajes de la Virgen de Guadalupe, rosarios, cadenas, playeras y tipografía intrincada, estos tailandeses que de día se desempeñan como burócratas, policías y oficinistas intentan imitar a la cultura mexicana que vive con un pié en el norte de México y el otro en el sur de la Unión Americana.
Algunos de los miembros de estos colectivos de “mexican gangsters” ostentan nombres que pretenden ser alusivos a los personajes que comúnmente se asocian con la vida criminal de los chicanos. No obstante, lejos de tener vínculos delictivos, los cholos tailandeses como Balcony Pain, Fratez y D Sixty admitieron en una entrevista dada al sitio Coconuts que su gancho fue la música, de esta forma comentaron que su iniciación en este mundo se dio cuando comenzaron a escuchar hip-hop en español.
“Nos dimos cuenta de que ninguno de los hombres aprecian la brutal violencia que se asocia a menudo con bandas latinas reales como los Latin Kings. Además, la mayoría sólo tenía un conocimiento superficial de la cultura urbana extranjera y México en general”, publicó el sitio al respecto.
Sin embargo, la fascinación por la cultura mexico-estadounidense no es un asunto exclusivo de la cuna del muay thai. La difusión de esta subcultura se extiende a sitios aparentemente poco relacionados con ella como Japón o Brasil, siendo este último y aparentemente lejano destino, en donde sus seguidores se llaman a sí mismos “cholos” y pasean por las calles de Sao Paulo en sus automóviles lowrider.
Es aquí en donde, a la par de estos coches clásicos modificados, deambulan por las calles laberínticas de la ciudad más grande se América del Sur entusiastas de la estética latina del sur de California a bordo de bicicletas, cromadas de ruedas anchas, asientos amplios y manubrios anchos, al mejor estilo de un cholo fronterizo. Es el pimping trasladado al Trópico de Capricornio.
Pimping, que en una traducción literal alude a las actividades de los proxenetas, se ha convertido con el tiempo, en los barrios negros y latinos de Estados Unidos, en algo menos grave y ofensivo. De esta manera, “pimpear” –como podría interpretarlo el espanglish más básico– hace referencia en estos días a mejorar algo y, sobre todo, darle más estilo. Es una cuestión de actitud.
“Mr. Crippa, un empresario que es dueño de un lavadero de autos y un restaurante de hamburguesas, en tono de broma reconoce que su proxenetismo (pimping) se extiende sólo a la restauración y adaptación de automóviles antiguos”, escribió The New York Times al respecto. Mientras tanto, salpica su portugués con lo que el interpreta como el argot de la calle en la subcultura méxico-americana arraigada en el Este de Los Angeles. Y no es el único en el mundo.
“Músicos japoneses, por ejemplo, están rapeando en un spanglish asombrosamente preciso. Volvos lowrider se pueden vislumbrar en las carreteras de Inglaterra. Pioneros del rap como Spanky Loco tienen seguidores de culto en lugares como Barcelona, la capital catalana en el noreste de España. En Nueva Zelanda, jóvenes maoríes en bicicletas lowrider están grabando videos musicales mostrando una pandilla de hombres con camisas de franela y sonrientes mujeres lavando los coches americanos de época” escribió el diario estadounidense. Los cholos están por todos lados.
Sin embargo, hubo un tiempo en que la palabra cholo (o ser uno de ellos) no contaba con el halo de glamur con el que los ojos internacionales lo aprecian hoy en día. Durante la época colonial se utilizó para referirse a la población mestiza, aunque no en el mejor de los términos. Sin embargo, el tiempo, lejos de mejorar las cosas hizo que en el siglo XIX fuera utilizado en los EU para degradar a los trabajadores mexicanos y de algunas personas mestizas, según la Enciclopedia Oxford de Latinos y Latinas en los Estados Unidos.
Finalmente, hasta hace muy pocos años, el calificativo de “cholo” no indicaba nada bueno y remitía más a pandillas y delincuencia organizada en los barrios de descendientes de mexicanos en la Unión Americana. No obstante, la exposición mediática y, sobre todo, internet contribuyeron a que su imagen fuera llevada a otros puntos del planeta.
Ahora ser cholo está de moda.