Parece ser que, o de veras esta ciudad ya hace mucho que no sale de la famosa y nunca bien vista cuesta de enero, o aquellos empresarios circenses y carperos se dieron cuenta que aquí dejó de ser la plaza que llenaba de bote en bote los espectáculos de esa índole que normalmente nos visitaban casi mes tras mes.
No es posible que en las décadas de los treinta y cuarenta y algo de los cincuenta, siendo como era Cajeme en esos ayeres un pueblo pequeño tuvieran tantos y tan buenos espectáculos para su esparcimiento.
No me toco ser testigo presencial de la época de los treinta, pues no radicaba aún en mi querido pueblo, pero por crónicas que han escrito varias personas más periódicos antiguos que he leído: El Demócrata, Heraldo del Yaqui, etc., de entonces.
Me consta y sé, como dicen algunos abogados, que Cajeme era visitado por diferentes artistas famosos en esos años.
A partir de 1940, fecha en que ya radicamos en Cajeme, mis padres y yo, claro, me tocó asistir a varios espectáculos de los que aquí me refiero.
El primer circo grande al cual asistí fue el Circo Beas y Modelo que levantaba sus carpas frente a catedral en lo que había sido la Plaza de la Pagoda (esto por la cantina que así se llamaba y que estuvo situado en ese mismo lugar que sería más tarde Plaza Morelos y después Plaza Álvaro Obregón).
Ahí mismo levantaba sus carpas el Circo Atayde Hnos. cuando presentaba como su gran estrella al Gran Barton y al Ráfaga Palmer en su globo de la muerte. Este Ráfaga Palmer también fue presentado cuando se hizo la excavación para el edificio de la refaccionaria que estuvo en las calles No Reelección y Sonora: Auto Refacciones del Pacífico. Alguna vez, a principios de los cuarenta, el Circo Beas Modelo trajo consigo juegos mecánicos.
En ese entonces estaban aquí otras atracciones mecánicas: Atracciones Sotelo, que ocupaban su lugar en lo que hoy es el cuartel de bomberos y hasta el edificio actual de la Cruz Roja; fue tanta la competencia que de 25 centavos ambas empresas fueron bajando los precios del paseo en sus juegos mecánicos con la consabida alegría de los niños y jóvenes de aquel entonces, pues pagar cinco centavos por volado era una chulada.
También había en esa época grandes funciones de box en la Arena Carta Blanca y hasta en la cancha de la plazuela 18 de Marzo, hoy Lázaro Cárdenas, recordemos aquella presentación del campeón mundial gallo Manuel Ortiz contra Leonardo López, aparte los grandes encuentros de básquetbol en esa misma cancha.
Precisamente en la pelea que cito líneas arriba, hubo parte del título de esta colaboración, por la maroma misma que llevaron a cabo esa noche dos luchadoras, Rosita Williams y La Pantera Suriana”. Más adelante veríamos en acción a luminarias de la lucha libre nacional como Gori Guerrero, Sugi Sito, El Médico Asesino, Mishima Ota, Cavernario Galindo, Black Shadow, Blue Demon, Santo el Enmascarado de Plata y muchos más que fueran la inspiración de algunos locales como Ramón Corral, El Cavernario, el Patón Cháirez, Al Marino (Víctor Meléndrez) e incluso el ahora sacerdote Efraín López.
Al final de la década de los cuarenta empieza a visitar esta ciudad el Palacio Rodante Belmont, carpa con espectáculos cómico-musicales que traía en su elenco artistas de reconocida fama como Juan Legido (de Los Churumbeles de España), Andrés Huesca. La Panchita, paco Millar con su muñeco Don Roque; Malena Montes, aquellos músicos excéntricos conocidos como Los Xochimilcas, y tantos otros que hicieron las delicias de la gente de este pueblo que abarrotaba la Carpa Belmont.
Cuando los empresarios llegaban a esta ciudad, hacían un programa diario, con parte de los artistas, en el estudio Compodónico de la radiofusora XEOX, que estuvo primero por el callejón contiguo a la Comisión Federal de Electricidad, y más tarde por la calle Veracruz, a donde se cambiaría dicha radio.
La primera vez que nos visitó la Carpa Belmont, levantó sus lonas por la calle Chihuahua en donde actualmente está la Cruz Roja. Aparte, había presentaciones de artistas como Lola Beltrán, Miguel Aceves Mejía, Los Cometas (y su creación Mil noches), Manuel Pomián e incluso llegó a presentarse el programa aquel de la XEW Peso por palabra, que conducía el animador Pancho D’Alessio, padre de Lupita, la famosa cantante de los mismos apellidos; todo esto en el viejo cine Obregón.
La Carpa Belmont trajo incluso una vez una temporada de zarzuela y opereta con una tiple al frente, Marianela Barandalla. Entonces se instaló en la hoy Miguel Alemán y Galeana. Figura señera en las carpas de teatro que nos visitaban: don Enrique Rosas con su famosa Carpa Rosas, que se instalaba en las calles Sonora y Zaragoza para presentar obras de grandes dramaturgos españoles y mexicanos, obras que hacían llorar o reír al público presente y que alguno que otro leperillo, de los que nunca faltan, decía que eran de lágrimas, moco y pujos.
Don Enrique, gran señor de las tablas, se hacía acompañar por un cómico de la legua, Don Prócolo, que hacía sátira de algunos habitantes de esta ciudad, a quienes él conocía en sus recorridos por la ciudad y en sus diarias visitas a la cantina La Pagoda, de don Trini Paredes, muy su amigo.
Más adelante, don Enrique Rosas y el profesor Rojas (Roberto) y su hermano, armaron la carpa en el llano donde estuviera la Cuadra Municipal, por Durango y Coahuila, Cuchus y Tézamo; tiempo después volvió don Enrique Rosas en la Carpa Ofelia, de doña Ofelia Cervantes, en donde presentaban variedades musicales así como obras de teatro con el primer actor don Enrique, y doña Ofelia como actriz. Esto ocurrió a finales de los cincuenta.
Esta carpa fue una especie de empresa familiar, pues junto a doña Ofelia trabajaban Carlos El churro, cómico de barrio. Muy populares en esos ayeres fueron Rosita y Ofelia, hijos todos de doña Ofelia, quienes llegaban a mi viejo barrio por la Nuevo León y Jesús García, pues ahí tenían unos parientes, los Urbina, vecinos a la vez de la familia de Santa Peraza, convertida hoy por hoy en líderesa campesina.
Ya te contaré, lector amigo, en la próxima colaboración, un poco más de este tipo de espectáculos que ha desaparecido de esta muerta ciudad, culturalmente, para tristeza de sus habitantes.
Para terminar, el tema musical de los artistas de la Carpa Belmont en sus programas radiales en le XEOX:
“El que tenga un amor
que lo cuide, que lo cuide,
la salú y la patita
que no la tire, que no la tire”…
FOTO PORTADA.- Un conocido cajemense (P. Cota) se une a la diversión circense a lomo de caballo y provoca la algarabía del respetable público.