Con el alma futbolera
Sergio Anaya
Lunes 16 de Junio de 2014

Sergio Anaya

"No juegues tanto, mejor ponte a estudiar", decía mi padre cuando pasaba yo las tardes cascareando futbolito en la calle.

"No se claven en el futbol, es enajenante", nos advertían los maestros de la Universidad cuando percibían nuestra afición por este deporte.

"No te distraigas con el Mundial de Brasil, mejor concéntrate en la discusión de la Reforma Energética", aconseja mi conciencia periodística.

A ninguna de estas advertencias he hecho caso. Siempre que hay oportunidad de disfrutar este deporte lo hago sin reservas. Y siempre como aficionado, porque como jugador fui un desastre.

El deporte es una de las pocas pasiones a las que nos podemos entregar sin reservas y, aunque parezca contradictorio, sin los excesos del fanatismo. Por eso ahora que se juega el Mundial de Brasil revivo las emociones que sentí cuando vi un campeonato mundial por primera vez a través de la televisión, en el lejano México 70.

La habilidad, el toque, el ritmo de Pelé, Gerson, Tostao y Clodoaldo nos revelaron el lado estético del futbol, un aspecto que se ha transformado al paso del tiempo pero persiste en su esencia cuando es practicado al máximo nivel, como existe la estética en el beisbol, el basquet y en la mayoría, si no es que en todos, los deportes.

Fuerza, velocidad, ritmo, habilidad mental, dominio del espacio, movimientos estéticos, como en la danza.

Y si en eso estamos, tampoco puedo disimular mi deseo de que la selección mexicana, el Tri, gane este campeonato mundial. Bueno, es mi deseo, pero no se necesita ser un experto para reconocer que las probabilidades son escasas, casi nulas. Y sin embargo soñamos... Como ha dicho el entrenador Miguel Herrera: Si vamos al Mundial es porque queremos ganarlo; si no quisiéramos entonces pa qué vamos.

Toda esta pasión no nos impide darnos cuenta de la marrullería de los políticos mexicanos, en especial los priistas y panistas que han hecho coincidir el debate sobre las leyes secundarias de la Reforma Energética con el calendario del Mundial de Brasil.

Cínicos y torpes nuestros políticos. Cínicos porque hacen otra más de sus mañosadas de manera abierta, ostentosa: Que mire el mundo como hacemos los que nos da la gana con tal de sacar adelante reformas trascendentes sin tener encima toda la atención nacional.

Y torpes porque en realidad no era necesaria esa exhibición cínica. De cualquier manera la población mexicana está tan preocupada por sus problemas personales, por la sobrevivencia diaria, y distraída con telenovelas, laurasbozos y música de banda, que sería igual de indiferente si no tuviése la distracción del Mundial.

Se equivocan quienes piensan que los legisladores necesitan del Mundial para dar otra puñalada trapera e impune; igual lo hubieran hecho un mes antes o un cuatro meses depués.

Mientras eso suceda en las Cámaras, acá futbol todo el día durante dos o tres semanas, mientras dura la participación del Tri en la Copa Fifa. Al mismo tiempo seguimos pendientes de los temas nacionales y locales.

Pero no esperen nuestros desabridos y corruptos políticos motivarnos la misma admiración que el Chicharito, el Hermoso, el Piojo, el Maza, el Gallito... Ellos no resolverán los grandes problemas nacionales, pero tampoco los harán más graves y profundos, como los hacen nuestros santones legislativos.




 
 

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