Lamentable: debo confirmar el sensible deceso del primer pítcher mexicano en llegar a Ligas Mayores: Procopio Herrera.
Procopio murió víctima de un infarto el pasado jueves por la mañana en la Ciudad de México donde radicaba desde hace muchos años. Tenía 82 años de vida.
No hace ni un año de cuando lo entrevisté aquí en el café del hotel Gándara de Hermosillo, captando en la charla su amabilidad y caballerosidad que siempre le distinguió. Y esa vez, debo decirlo, ¡se veía “¡entero!”.
Herrera nació en Nuevo Laredo, Tamaulipas, el 26 de julio de 1926.
Fue ayer cuando desde Monterrey el colega Francisco (Franco) Rodríguez me hizo llegar por e-mail la noticia de su fallecimiento y la verdad, no podía creerlo y menos aceptarlo. Pero hoy en la mañana, desde Mérida, Carlos Castillo me confirmó el lamentable hecho.
En su memoria, rescato de aquella entrevista lo que sigue:
Sin duda que Procopio Herrera tiene un sitio muy especial en la historia del béisbol: en 1951 pasó a ser el primer lanzador mexicano en llegar al béisbol de Ligas Mayores.
Además, al debutar con los Cafés de San Luis de la Liga Americana, se convirtió en quinto pelotero azteca en instalarse en la Gran Carpa después de Baldomero “Melo” Almada, José Luis “Chile” Gómez, Jesús “Jesse” Flores y Roberto “Beto” Avila.
De este grupo, Beto Avila y Procopio Herrera tuvieron el gran mérito de haber llegado al mejor béisbol del mundo, procedentes de la pelota mexicana ya que sus antecesores se educaron e hicieron carrera en el béisbol desde niños-adolescentes en el vecino país.
En Mazatlán, también se ganó a pulso un gran reconocimiento: Su No. 4 fue retirado como perenne homenaje por su notable contribución con el equipo en la desaparecida Liga de la Costa del Pacífico.
Así, se unió a otros números retirados por el equipo porteño: Felipe Montemayor (13); Daniel Ríos (17); José “Zacatillo” Guerrero (26); Memo Garibay (11); Héctor Espino (21); Epitacio “La Mala” Torres (7); Daniel Fernández (11); Dick Hall (9) y Juan José Pacho (1).
Sus inicios en el béisbol
Cuando la charla, al lado de su hijo Tomás, Claudio Laguna y demás colegas de la ASOCRODE, no sin cierta nostalgia y emoción reflejada en su rostro, recordó aquel 1945 en el que jugando la primera fuerza en su ciudad natal en un duelazo de 1-0 le dio el título a su equipo. Esa vez terminó invicto con 7-0.
“Unos peloteros extranjeros de La Junta de Nuevo Laredo, Carlos Colás y Oliverio Ortiz, se acercaron junto con el gerente del equipo para invitarme a jugar los dos últimos meses de la temporada, lo que por supuesto acepté para así incursionar por vez primera en la pelota profesional”.
Martín Dihigo, quien era el mánager, lo mandó a realizar varios relevos, pero fue en Puebla donde recuerda que hizo un gran trabajo frente al enorme equipo que dirigía Adolfo Luque, quien traía a Beto Avila, “Huevito” Alvarez, “Molinero” Montes de Oca, Bernardo López, entre otros grandes jugadores, lanzando y ganando el partido desde la sexta.
“Perdíamos por cuatro carreras y finalmente me tocó una gran victoria, satisfactoria, como novato”. En ese periodo de dos meses, lanzó en trece partidos, adjudicándose ese gran triunfo ante los Pericos de Puebla.
Al siguiente año, “Pro” lanzó con los Azules de Veracruz y Tuneros de San Luis Potosí (1-0). En su estadía con los Azules, le tocó presenciar la exhibición de bateo y jonrones que hizo en el Parque Delta el inmenso Babe Ruth.
“Ramón Bragaña, por su gran velocidad, “batalló” para ponerle la pelota, por lo que el mánager Ernesto Carmona decidió cambiarlo por Alberto Romo Chávez, quien con mejor control le tiró más suave, lo que El Bambino entonces aprovechó para mandar una enorme cantidad de tablazos sobre la barda del jardín derecho”.
Recuerda que en esos días, Ruth ya presentaba cáncer sobre su cuello, pero que con todo y ese mal se las arregló para mandarla arriba de las gradas.
Fue Yaqui>
En el invierno del 46-47 lanzó con los Venados de Mazatlán, pasando al siguiente año a los Yaquis de Cd. Obregón.
Pero fue en 1948 cuando un scout lo invitó para que se fuera a la Liga de Texas con los Misioneros de San Antonio, debutando ni más ni menos que contra Carl Erksine, cayendo 3-0.
“Me ganó en la séptima tras ir con duelo a ceros; Erksine más tarde sería uno de los grandes lanzadores de los Dodgers”. Procopio lanzaría en otros dos partidos y de inmediato al reconocerse que podía con ese nivel, lo contrataron por los siguientes tres años.
En la campaña del 50 ayudó en gran forma a San Antonio a ser campeón de la Liga de Texas al vencer a Nashville, apuntándose el triunfo en el quinto y sexto partido de la coronación.
“El quinto juego lo lancé completo y el decisivo, estando empatada la serie, relevé desde la quinta a la novena, quedándome sorprendido ya que tiré ¡sin hit ni carrera!
Cuando entré, con dos días de descanso, el marcador estaba 5-5 y ganamos 9-5”.
Procopio Herrera, emocionado, me dijo: “El mánager me felicitó expresándome que le hubiera gustado tenerlo más veces de relevo”.
¡Con los Cafés de SL!
Su sueño de llegar a la Gran Carpa se hizo realidad en 1951 después de ganar que un año antes con San Antonio terminó con 14-7.
Sin embargo, por una lesión en su hombro derecho, no pudo demostrar con los Cafés de San Luis su gran talento y capacidad que le caracterizaba. Sólo lanzó en tres partidos, sin ganado ni perdido.
Desafortunadamente Procopio no estaba en óptimas condiciones, “pero le hice la lucha”. Sin embargo, lo enviaron de nuevo a San Antonio y luego en la primavera del 52 al estar ya recuperado lo volvieron a llamar.
En esa periodo de pretemporada se enfrentó en muchos partidos de exhibición a los Indios de Cleveland y Beto Avila, dándose tiempo para ir juntos a jugar golf en los campos de La Florida.
Su mejor momento
En la agradable charla, le pregunté sobre su mejor momento en Ligas Mayores:
“Fue cuando hice dos relevos en San Luis contra Yankees. El primero, subí con las bases llenas ante Mickey Mantle, McDougald y Yogi Berra… nos hicieron once carreras… ¡imagina eso y más, cuando se transmitió en cadena nacional!; pero al siguiente día, empecé el inning les puse un cero que fue muy valioso y me felicitaron porque en esos años ganarían cinco banderines mundiales consecutivos”.
También le pregunté lo que significó llegar a los Cafés de SL:
“Un orgullo y satisfacción muy grande y que lástima que no pude quedarme más tiempo”.
En esos años, advirtió, había contados equipos por liga, por lo que era más difícil jugar; al llegar la expansión, cómo me hubiese gustado tener otra oportunidad”.
Con los Venados…
Su gran campaña en este béisbol invernal en lo que fue la Liga de la Costa del Pacífico, ocurrió con los Venados en 1953-1954 al terminar con 10-4 y luego en el 54-55 le ganó a Poza Rica en aquellas series contra los campeones de la Liga Veracruzana.
Esa vez apoyado en un cuadrangular de Angel Castro superó 3-1 a Memo López en Poza Rica.
En campaña, los Venados tuvieron en Procopio, Lino Donoso y Daniel “La Coyota” Ríos sus grandes estelares del pitcheo. Al siguiente año volvió a ganar diez partidos e incluso en un periodo entre dos encuentros llegó a lanzar 10 2/3 sin hit ni carrera.
Para su mánager con los Venados, Memo Garibay, “tenía muy buena velocidad, pero fue hasta después de lesionarse cuando se convirtió en un pítcher más completo. Aprendió a lanzar; tiraba un tirabuzón muy bueno y “rompía espaldas” con su cambio”.
Entre el 55 y el 57 también se le vio lanzando en gran forma con los Tecolotes de Nuevo Laredo.
Respecto a sus posibilidades de ser candidato al Salón de la Fama del Béisbol Profesional en México, esa ocasión me dijo:
“Sería un gran honor formar parte del recinto, pero no se me ha dado la oportunidad porque jugué poco en México… pero espero tranquilamente”.
Al retirarse del béisbol activo, Procopio Herrera, incursionó por unos trece años en el golf profesional teniendo como residencia a la capital del país.
De las grandes y mejores aficiones reconocer a las de San Luis Missouri, Mazatlán… ¡y Mazatlán!
Descanse en paz El Gran Pro
Sí: Procopio Herrera.
Jesús Alberto Rubio
jarubio@guaymas.uson.mx
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