Fuertes señales al interior del PRI en Cajeme, que podrían deshacer el proyecto de candidato de unidad para la alcaldía en las elecciones del 2015, lo que obligará, tal vez, a desempolvar la democracia
Bernardo Elenes Habas
Varios observadores políticos de Cajeme señalan que Rodrigo Bours Castelo, aspirante a la alcaldía, está marcando una propuesta diferente, desde el exterior de su partido, el PRI.
La sorpresiva irrupción de Rodrigo en el horizonte electoral, viene a trastocar los cartabones rígidos del PRI, partido que deberá tomar muy en cuenta su definición de política en la búsqueda de la candidatura de quien podría relevar a Rogelio Díaz Brown en Palacio Municipal.
Y es que la visión del menor de los Bours es completamente opuesta a la que profesan los políticos tradicionales, los de carrera, aquéllos que van de cargo en cargo, dedicándole menos de la mitad de su tiempo a sus responsabilidades con la ciudadanía, y todo el amor apasionado a sus ambiciones personales.
Recientemente –julio 7-, cuando el Premio Nobel de Química, Mario Molina Henríquez, dictó en Cajeme interesante conferencia sobre el cambio climático y la Reforma Energética, se vio, sentados en la primera fila del auditorio del Centro Magno, a Eduardo, Ricardo y Rodrigo Bours Castelo, los dos primeros con experiencia en cargos de elección popular (uno fue gobernador, otro alcalde), y el tercero, busca graduarse en ese nivel.
Rodrigo está dejando señales muy claras sobre su visión de política, mismas que impactan en la conciencia de la sociedad, como el hecho de que solamente buscará la candidatura por el PRI y no derivará a la hora de la verdad y de las tentaciones, hacia otros partidos; asimismo, que únicamente será por esta ocasión, cuando aliente la esperanza de estar en las boletas electorales como candidato a la presidencia municipal de Cajeme, “pues –viene diciendo- no me veo buscándola cada tres años”.
Asimismo, adelanta que de lograr el voto ciudadano, procederá a integrar un gobierno libre, sin cabida para representantes o recomendados de grupos políticos, propuesta que no podrían sostener, ni siquiera mencionar Faustino Félix Chávez, Abel Murrieta Gutiérrez, Antonio Alvídrez, provenientes de la cultura del compromiso partidario y de sus arraigados grupos, quienes consideran que el quehacer político, sus raíces y espigas les pertenecen.
En este contexto municipal no se debe olvidar que existen otros priístas con merecimientos, quienes, también, poseen fuerte capital político, como María del Rosario Oroz Ibarra, ex diputada local, ex diputada federal y ex dirigente del PRI en el terruño. Está, igualmente, otra mujer valiosa, Teresita Caraveo Galindo, con amplia trayectoria partidaria quien viene realizando una labor intensa con las mujeres de su partido, sabedora de que las féminas son ahora por ley, más importantes que nunca en el tejido electoral. Y. por supuesto, las figuras y las trayectorias de Raúl Acosta Tapia y Juan Leyva Mendívil, sin olvidar a una nueva generación de empresarios como Arturo Knapp Ramos, Carlos Lares Ponce, Regino Angulo Rodríguez, Gustavo Cárdenas García, José Enrique Guerra Fourcade, quienes tienen la experiencia de ser administradores y estar ya en la conciencia de la ciudadanía.
Por lo pronto, es algo diferente en política lo que comienza a vivirse en Cajeme, brotando desde el tejido del mismo PRI, instituto al que los tiempos y las circunstancias están obligando a acciones transparentes y claras, donde la democracia no sea un concepto dirigido y frívolo, sino limpio y actuante, porque de lo contrario, si se empeña en no escuchar a sus bases y a la ciudadanía en general, la derrota del tricolor se estaría gestando con la aplicación equivocada y autoritaria del trillado método de “candidato de unidad”, que ahora podría no funcionarles, porque la competencia, al interior y al exterior, será extrema.
Le saludo, lector.