Vertiente
Bernardo Elenes Habas
Martes 12 de Agosto de 2014

¿Quién es capaz de jugarse el alma por Sonora, su gente, sus familias, y rescatar la unidad que un mal día del 2009, la falta de sensibilidad, la ambición, hizo prevalecer en el terruño?

Bernardo Elenes Habas




Bien lo dijo, Luis Donaldo Colosio, en su memorable discurso de 6 de marzo de 1994, ante la urgencia de cambios para la transformación política del país:

“…Pero hoy el momento es otro; sólo nuestra capacidad, nuestra propia iniciativa, nuestra presencia activa en la sociedad mexicana y nuestro trabajo nos darán fortaleza. Nadie podrá sustituir nuestro esfuerzo. Nadie podrá asegurarnos un papel en la transformación de México si nosotros no luchamos por él, si nosotros no lo ganamos ante los ciudadanos. Quedó atrás la etapa en que la lucha política se daba, esencialmente, hacia el interior de nuestra organización y no con otros partidos. Ya pasaron esos tiempos. Hoy vivimos en la competencia, y a la competencia tenemos que acudir. Para hacerlo, deben dejarse atrás viejas prácticas: las de un PRI que sólo dialogaba consigo mismo y con el gobierno, las de un partido que no tenía que realizar grandes esfuerzos para ganar”.

Sin embargo, en Sonora, espacio prodigioso de soles, montañas y praderas, las palabras, los ideales de Luis Donaldo vuelan y se desgastan sin que encuentren tierra fértil para lograr el milagro de la espiga, para que su partido y todos los partidos se pluralicen, se vuelvan voz y esencia colectiva y dejen de mirarse al espejo de los caprichos e intereses personales y de grupos, para disponerse a pensar en lo que el Estado necesita, le urge en esta hora, y no permitir que siga perviviendo el germen del odio, de la división, mismo que se inoculó perversamente a partir del 2009 con el advenimiento de una administración gubernamental en la que los sonorenses creyeron con toda su franqueza bronca y su corazón sin dobleces.

Nadie debe permitir otro sexenio de enconos, de división, de castigos. Los sonorenses están obligados a ir más allá de los partidos, y comenzar a profundizar en la huella de las personas, en el perfil hondo de los ciudadanos que aspiran a gobernar la Entidad.

Es tiempo de poner en la balanza de la verdad a quienes manifiestan su decisión de conducir Sonora por seis años, y descubrir en sus ojos, en sus palabras, en su lenguaje corporal, el equilibrio, la armonía, el toque de la sinceridad y del amor por el terruño y su gente, para que nunca más prevalezca  el engaño, para que ya no se arroje a la parcela labrantía de los valles, la semilla amarga de los enconos; para que nadie goce con mirar el enfrentamiento de las familias, los obreros, los empresarios, los profesionistas; y surja, por fin, la pasión del desarrollo colectivo, del crecimiento plural, de las alternativas de empleos suficientes para los miles de jóvenes que egresan de las universidades, para hombres y mujeres que aspiran a que sus salarios se dignifiquen a la altura de las necesidades de sus hogares; para que las disyuntivas de educación sean reales, no oropel de discursos; para que se forje, en el horizonte de la realidad, el advenimiento del hombre nuevo, el que marque históricamente los rumbos futuros del terruño.

¿Quién es capaz de emprender tareas tan definitivas, más allá de egoísmos ciegos: Ernesto Gándara, Claudia Pavlovich, David Figueroa, Javier Gándara, Ana Gabriela Guevara, Antonio Astiazarán, Samuel Moreno, Jesús Alberto Cano Vélez, Javier Lamarque?

¿Quién es capaz de jugarse el alma por Sonora, su gente, sus familias y rescatar la unidad que un mal día del 2009, la ambición, la falta de sensibilidad, la ausencia de visión de grandeza por esta porción de patria que merece un nuevo amanecer, llenó de sombras, quién?

Le saludo, lector.

 
 

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