Todavía se sentían las ráfagas del huracán Henriette y ya circulaban varios automóviles de curiosos por la avenida Miguel Alemán.
Parecía un fin de semana por la noche, cientos de automóviles circulando por la Alemán y todos en un ambiente festivo.
La mayoría se dirigía al cruce con la calle Cajeme, donde se encuentra el Hotel Fiesta, el recién inaugurado hotel cuyas paredes de tabla roca no resistieron las intensas lluvias y prácticamente se deshicieron.
Cámaras fotográficas y de video salían por doquier para hacer las tomas obligadas al edificio más alto de la ciudad derruido por la humedad.
Durante la tarde y en la noche continuó el intensa tráfico por la Alemán con jóvenes sonrientes que se saludaban de carro a carro, claxon abierto, gritos, flashes de cámara digital y una alegre sensación por haber compartido el huracán Henriette.
Y en las colonias populares grupos de chamacos salían a divertirse bajo la lluvia,retando los fuertes vientos que los sacudían. Algunos incluso nadaban en las calles donde el agua alcanza a cubrirles la cintura.
Más allá, en escuelas y edificios públicos miles de personas se hacían un lugarcito para pasar la noche en los albergues acondicionados para la ocasión. |