FIL: Aciertos y gazapos
Sergio Anaya
Lunes 08 de Septiembre de 2014

Sergio Anaya

Una grata experiencia ha sido visitar en estos días la  Feria Internacional del Libro que el  Instituto Politécnico Nacional realiza en el CUM de la calle Sufragio con la participación del Ayuntamiento de Cajeme, la embajada de Cuba, empresas editoriales y organizaciones civiles.

Sin ser un evento gigante como otras FIL que se realizan en México, ésta también tiene sus atractivos acordes con la dimensión de la experiencia cultural citadina.

Más libros de los que podemos leer, artesanías, música y diálogos con escritores conforman el menú de opciones que nos ofrece esta Feria, sin duda la más interesante de los años recientes.

Por el sólo placer de hojear un libro aún no leído, revisar los datos bibliográficos, leer aunque sea en forma superficial algunos de sus pasajes, o para releer fragmentos de la obra que alguna vez disfrutamos, ver con sorpresa cuántos autores que creíamos pasados de moda aún tienen vigencia, adquirir un ejemplar y llevarlo bajo el brazo mientras recorremos los pasillos atiborrados con más libros, de literatura, ensayos, recetarios de cocina, clásicos y contemporáneos, minilibros y revistas, además de artesanías, música en CD, talleres literarios y conferencias.

Son los atractivos de esta Feria que estamos obligados a visitar y disfrutar para después no andarnos quejando de que por acá la cultura no tiene cabida, sólo el beisbol, música grupera y borracheras  eternas.

Un acierto ha sido dedicar esta edición de la FIL-IPN a Carlos Moncada Ochoa, quizás el escritor más prolífico e importante de Cajeme, con una amplia obra que comprende literatura, historia y periodismo, una obra que tiene ya un sitio importante en la cultura sonorense contemporánea.

No estoy seguro si Carlos Moncada es también el escritor cajemense con más libros vendidos, pues tal vez este envidiable puesto corresponda a don Rodolfo Durón (Rod Dumora) cuya literatura pornográfica merece un comentario aparte.

Además del homenaje y las dos conferencias de Moncada, destacan en el programa la presentación de otros autores de nivel nacional que cada día suben al estrado para hablarnos de sus libros.

En resumen, la FIL – IPN es un buen evento y cabe reconocer el entusiasmo de Mario Saucedo, el de Bécker García, de la embajada cubana y en general de toda la gente involucrada en la organización del evento.


Gazapos

Y como en todo evento ambicioso, aquí también se han colado algunos errores que ahora llamaremos “gazapos de la organización”, solo para estar a tono con el ambiente editorial, y que señalo ahora como una sugerencia para evitar que se repitan en eventos posteriores.

El primero de ellos ocurrió en la jornada inaugural donde, como ya es costumbre, una mala costumbre, se llenó la sala de presentaciones con jóvenes estudiantes de no sé qué preparatoria o secundaria. Nuestros promotores culturales aún están más obsesionados por el lucimiento de un supuesto poder de convocatoria que por la calidad de los eventos. Espíritu grillezco mata presunciones culturales: podríamos sintetizar así esta insistencia de organizadores que después se ufanarán de los miles y miles que acudieron a su llamado.

En esta ocasión la “debilidad por las multitudes” tuvo que enfrentarla Carlos Moncada en la plática o conferencia con la que abrió el programa de la FIL – IPN. Advirtió el homenajeado lo incómodo que resulta hablar ante jovencitos llevados a la fuerza, tal vez con la promesa de un punto más en sus calificaciones, pero poco o nada interesados en el evento. Por suerte la habilidad expositora de Moncada hizo más llevadera la tarea de los jóvenes, quienes a veces no alcanzaban a comprender el humor irónico del señor que les estaba hablando.

Otro “gazapo organizacional” ocurrió también allí con la presentación desangelada, casi de prisa, sobre la obra y los merecimientos del homenajeado. Y no porque se deban tocar fanfarrias, declamar poemas y jurar admiración eterna al personaje, no es eso, pero sí obliga la ocasión a ser más explícitos en la trayectoria del personaje y la descripción de su obra. Mínimo. Tal vez para Moncada esto no tenga importancia, pero desde la perspectiva del público sí es necesario conocer más  sobre el personaje. En vez de eso, la ceremonia inaugural fue como todos los eventos oficiales, con la exaltación de los funcionarios y un agradecimiento al favor que nos hacen de estar aquí con nosotros.

El propio Bécker García, quien fue algo así como el “orador oficial” en la inauguración, dejó escapar la oportunidad de hablar más ampliamente sobre el contenido de la FIL. En vez de eso prefirió abordar su tema favorito, o sea, habló de sí mismo.

Otro gazapo es la conformación del programa, donde se percibe de nuevo la acumulación de eventos sin ton ni son, sin unidad temática, como sucede en el Festival Tektabiate. Hay de todo, menos de lo que se supone son los dos temas centrales: Ninguna jornada o mesa de análisis sobre la obra del homenajeado.

Y ninguna conferencia o mesa de análisis sobre la vigorosa y admirable literatura cubana. Nada sobre Lezama Lima, Carpentier o Cabrera Infante, sólo para mencionar a los más conocidos, y nada sobre los autores cubanos más jóvenes. Sólo dos o ó tres eventos musicales y tan tan. Eso fue todo para el país invitado.

Sigue la FIL – IPN toda esta semana y esperamos que los buenos detalles permanezcan por encima de gazapos como los antes mencionados.

 
 

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