La soledad es uno de los grandes temas que el cine contemporáneo recurre pero no siempre lo llevan por buen puerto, ya que en algunos casos termina el tema en los pantanos de la melcocha melodramática. En el caso de “La última vida en el universo” (Tailandia-Japón, 2004) evita los lugares comunes de personajes afrontando su soledad lamiendo sus heridas con violines chillantes de fondo. El filme va en sentido contrario: la soledad la afrontan como una condición íntima de la existencia.

La trama gira torno al encuentro de dos soledades o, mejor dicho, de soledades compartidas entre Kenji, un japonés suicida obsesivo-compulsivo y Noi, una bella chica tailandesa que perdió trágicamente a su hermana, que habita una casa desordenada en las orillas de Bangkok. Y el encuentro surge precisamente en el accidente donde muere la hermana de Noi. A partir de ahí comienza a gestarse una extraña relación que deambula entre la delgada línea entre la compartición de la soledad o el idilio amoroso.

Aunque el título del filme suena a pretensión filosófica –“The last life of the universe”- el director lo resuelve en una sencilla trama que bordea entre el drama existencial y la comedia romántica muy al estilo de películas del díptico de “Perdidos en Tokio” y “Somewhere” ambas de la cineasta estadounidense de Sofia Coppola. La emparento con ambos filmes porque tiene esa fórmula de trama sencilla sobre la soledad compartida en un espacio entre lo real y lo mágico, en el sentido que los personajes que pululan en este filme están en una especie de limbo existencial envuelto en una atmosfera paradisiaca.

Asunto aparte es el deleite estético que tiene la película. Este es un filme para los aficionados a la fotografía, ya que cada encuadre se encuentra bien cuidado y con un tono homogéneo en contraste con colores verdes y rojos que resaltan como sello de Christopher Doyle, uno de los cinematógrafos más aclamados por la crítica internacional.

Sin duda “La ultima vida en el universo” forma parte de esos filmes de culto, que se salen de las fórmulas empalagosas de Hollywood o del cine del género “romántico”. Y de paso demuestra que la soledad no necesariamente debe de llevar el elemento trágico que la cultura occidental nos receta.

Filme que se presentará en el Cine Club el próximo miércoles 10 de septiembre a las 7 p.m. admisión libre.