Gonzalo A. Andrews
“Al México Bronco que va a despertar”
Las candidaturas Independientes no son indudablemente ninguna panacea o conquista cívica que resuelva la problemática electoral, los derechos ciudadanos y la desconfianza sobre la representación popular.
La reforma electoral del 2012 y sus secuelas no es sino una restitución de un derecho existente, ganado con sangre, razón y fervor republicano hasta antes de 1946 (todavía hasta 1949 aparecía la denominación “candidatos independientes”) donde quedó establecido en materia electoral que la postulación de candidatos a puestos de elección popular correspondía exclusivamente a partidos políticos legalmente constituidos y reconocidos.
Las candidaturas independientes existen desde el inicio de la independencia, cuando las elecciones respondían más a la popularidad del candidato y no a organizaciones políticas, que de hecho empiezan a figurar a principios de la Revolución como cuerpos colegiados de interés político.
Antes, en el periodo mencionado los gobernantes electos eran candidatos por sus pistolas: Cacicazgos, recursos económicos, imagen popular, carrera diplomática o militar, y pocas veces se mencionaba por su adhesión a algún partido político (si acaso existían como tales) más bien a una simpatía o tendencia, social, religiosa o filosofal: Conservadores o liberales, escoceses o yorkinos, jacobinos o mochos, requisitos o simpatías que no eran imprescindibles al momento de votar por el gallo de sus preferencias. Lean ustedes: Elecciones presidenciales de 1871: Benito Juárez: 5.837 votos, Porfirio Díaz: 3.555 votos, Sebastián Lerdo de Tejada: 2.874 votos ¡Todos eran liberales!
En sí, como podrán ustedes leer, las candidaturas independientes emanadas de la reforma electoral del 2012 no es de ninguna manera un avance en materia electoral, tal vez sí una reconquista, pero una reconquista amañada que casi la nulifica, vea usted:
Para ser candidato independiente para la presidencia de la republica deberá de recabar el 1% del padrón federal (800,000 firmas) en un periodo de tiempo de 4 meses (senador, 4 meses, Dip. Fed. 2 meses) firmas con copias de credencial de elector, dos lados, vigentes. Cuando para hacer un partido político se requiere: solo las firmas de 0.26% del padrón electoral (208 mil firmas) y tienen un año para realizar sus asambleas. ¡Oiga usted, no hay derecho!, diría Cantinflas.
Aunado a eso, los independientes no tendrán acceso a los medios de comunicación en su campaña pre electoral y solo cuando ya esté registrado tendrá de un 30% que dejen los partidos mayoritarios, lo que sea repartible entre los nuevos o partidos pequeños (considerando al independiente como tal):
“Si sufren agravios en el proceso de registro no podrán acudir al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación como lo hacen los partidos políticos, lo cual resulta una trampa procesal, pues en el supuesto de que el Instituto Nacional Electoral viole los derechos del aspirante durante la solicitud del registro, la ley no le permite acudir al TEPJF, dejando solo a las instancias internacionales para la defensa de sus derechos político-electorales”. Comentan expertos en el tema. ¡Ahí está el detalle! Sigue diciendo el mimo.
Hay muchos escollos que librar para lograr el objetivo del triunfo de las candidaturas independientes, como ya lo han hecho Raúl Luna Tovar que fue el primer candidato independiente en ganar una alcaldía, la de Gral. Enrique Estrada en el estado de Zacatecas en julio del 2013 y el ejemplo electoral más conocido en las redes sociales (porque “Robó poquito”) es Hilario Ramírez Villanueva que a pesar del exabrupto volvió a ganar en San Blas Nayarit como independiente (lo bueno es que robará poquito, nuevamente). Sin comentarios ¡El mimo renunció!
Claro que a este movimiento se podría ir por los excesos antidemocráticos de elección de candidatos independientes a nivel local por parte de grupos de poder, cacicazgos resentidos, narcotráfico, por otro, la parte positiva, oportuna, para políticos bien intencionados, populares, con una visión emprendedora en beneficio del pueblo y para el pueblo. Personajes que a las mafias del poder, en los estados incomodan, pero que a los sin casa, a esos que Colosio veía en su quimérica mirada, a esos que no tienen los sueldos y alimentos del gobernador del Banco de México, magistrados de la SCJN, a esos (los pobres) sí comulgan con ellos, su última esperanza.
Las candidaturas independientes son a todas luces en la vida cívica del país, la única opción que pueda volver el cambio democrático a México, me refiero a una real apertura del monopolio político que padecemos. A pesar de sus trampas (candados) Obstáculos (restricciones) finalmente se avanzará. Este es un mal comienzo, pero comienzo al fin.
Tal vez la lucha apenas empieza y los nombres de los derrotados más conocidos, excluidos en el quehacer ciudadano como: Manuel Clouthier, Jorge Castañeda y otros, sean cabezas de playa en la lucha para que las candidaturas independientes sean en si la realidad esperada de un pueblo no satisfecho con las cuentas que les brindan sus representantes en las esferas de las decisiones que los afectan o benefician.
En Nuevo León hay un fuerte movimiento ciudadano porque un representante legítimo del pueblo encabece esta lucha por la esperanzada posibilidad de ser bien representado, con un gobierno que promete justicia, trabajo, respeto, ideales tan necesarios en las 8 columnas del consiente mexicano. En otras, Sonora no es la excepción, las candidaturas independientes son posibilidades esperadas por tirios, troyanos, teucros y aqueos, por si el gran oráculo no dice al oído “Las palabras mayores” o los rudos hacen “Montón”. Alguien diría y diría bien: ¡Dios nos agarre confesados! ¿Usted no?