Cd. de México.- Viviendas, negocios, autos, ómnibus, plazas, parques, edificios, casi todo en esta capital luce hoy engalanado para las celebraciones patrias, que cerca de la medianoche estallarán con la ardiente exclamación "Mexicanos, Viva México".
Año tras año, y ya harán 197, en cada rincón de este país todo ciudadano con sentimiento de nacionalidad repite aquel grito del cura Miguel Hidalgo, en ardiente llamado a lograr la independencia del yugo colonial español.
El Grito de Dolores, como también es conocido, lo pronunció el sacerdote-combatiente tras convocar a los pobladores de la ciudad homónima con el tañido de las campanas de su iglesia, para instarlos a levantarse en armas.
Cuentan que sus palabras inflamaron corazones, al punto que de inmediato sacaron a los presos de la cárcel y pusieron en su lugar a las autoridades ibéricas.
Hombres y mujeres lo siguieron, sin constituir un ejército organizado, era sólo un pueblo con ansias de un justo gobierno en el cual pudiera tener cabida.
Con maderos, machetes, instrumentos de labranza, con cuanto pudieron, aquellos que primero fueron unos 600 y en poco tiempo eran 80 mil en marcha con Hidalgo, se aprestaron a conseguir la libertad.
Iban mezclados indios, mestizos, criollos y hasta algunos españoles, militares, peones de haciendas, campesinos, mineros, clérigos.
En su honor, inmensas en algunos sitios, grandes, medianas, pequeñas y diminutas, no importa el tamaño, ondea enhiesta la enseña tricolor por doquier.
Porque cada mexicano la ubica en lugares prominentes, o en los menos pensados, para expresar orgullo patrio y rendir culto a aquella gesta iniciada el 16 de septiembre de 1810.
Raúl Valenciaga lleva sobre el techo de su auto un gran sombrero característico con el Viva a su México dibujado, porque -dijo- "es símbolo del combatiente que inundó los campos con la flama libertaria, y en su nombre lo muestro con orgullo".
Ya en la víspera los capitalinos comenzaron los festejos, cada quien a su manera, solo, acompañado por el amigo o el ser amado, en grupos, en casa o en cantinas, pero siempre en ambiente de jolgorio.
Plaza Garibaldi estuvo inundada de mariachis, en la Columna (más conocida como el Angel) de la Independencia se sucedieron las guardias de honor y su pedestal se mantuvo repleto de ofrendas florales, las calles bulleron de cantos y alegría.
Este sábado, en la delegación (municipio capitalino) de Azcapotzalco habrá verbena popular y un desfile de carros alegóricos, considerado el segundo en importancia de la urbe tras el del Zócalo.
La razón: allí, justo en el atrio de la iglesia Santos Apóstoles Felipe y Santiago, fue librada la última batalla, el 19 de agosto de 1821, entre el ejército realista y el llamado trigarante.
En un balcón del Palacio Nacional reservado para las solemnidades, como siempre el presidente de la República dará el Grito de Independencia oficial, de cara a la principal plaza capitalina, el Zócalo según la nomenclatura mexicana.
La enorme explanada de seguro será colmada, para disfrutar de numerosas atracciones y, como culminación, corear el Viva México.
Mientras, en uno de los laterales, donde pueden ubicarse los vendedores de todo tipo de artículos, estará María Hidalgo.
Ella, quien asegura no descender de la estirpe del insigne cura, ofertará los deliciosos panecillos habituales por estos días, atenta a cada potencial consumidor, porque "no tengo tiempo para fiestas, sólo para ganar unos centavos para mi familia".
|