Los psicólogos que estudian la religión han sospechado durante mucho tiempo que la creencia en lo paranormal puede ser una especie de protección frente a las difíciles verdades del duro mundo real.
La idea es que cuando algo inesperado ocurre -como una muerte, un desastre natural o la pérdida del trabajo- el cerebro busca respuestas, intentando añadir sentido al caos.
"Se trata de situaciones tan complicadas que aunque no podamos tenerlas bajo control de forma objetiva, intentamos estructurar la realidad a nuestro alrededor, aunque esta estructura sea tan solo un ilusión", explica Jennifer Whitson, de la Universidad de Texas, en Estados Unidos.
Esta investigadora descubrió incluso que tan solo preguntar a la gente sobre momentos pasados de crisis puede provocar la puesta en marcha de fuerzas ilusorias.
El antropomorfismo, o atribuir cualidades humanas a fenómenos que no las tienen, es otra manera en la que intentamos entender distintos acontecimientos, dice Adam Waytz, de la Universidad del Noroeste, en Illinois.
Lo que hacemos es pensar que un hay un espíritu tras esa tormenta, o que un demonio nos está causando esa enfermedad, en vez de reconocer que no tenemos ningún control sobre la situación.
Caras escondidas
La mayor parte de los expertos coinciden en que los escépticos no deberían ser tan críticos con aquellos que tienen estas creencias.
Después de todo, numerosos estudios han demostrado que la superstición puede mejorar el desempeño en una serie de actividades.
En una prueba de memoria se pidió a los sujetos que usaran un objeto que les trajera suerte, lo que mejoró significativamente sus resultados.
Otro experimento consiste en asegurar que se está usando un "palo de la suerte" en una prueba de golf: los participantes suelen tener entonces más posibilidades de acertar.
Pero incluso aunque te creas inmune a este tipo de creencias no deberías subestimar el poder de la sugestión.
Michael Nees, de la Universidad de Lafayette, en Pensilvania, descubrió que si les decía a un grupo de sus alumnos que estaban formando parte de un experimento sobre lo paranormal, estos tenían más posibilidades de oír voces en grabaciones de supuestas psicofonías en Estados Unidos, aunque muchos se declaraban escépticos.
El estudio de Whitson demuestra, por otro lado, lo fácil que es para todos imaginar que pasan cosas extrañas cuando estamos inquietos.
Su último experimento descubrió que alentar en alguien sentimientos de esperanza, comúnmente visto como algo positivo, puede incrementar las posibilidades de creer en lo paranormal o en teorías conspirativas.
La razón, según ella, es que la esperanza es algo lleno de incertidumbre, lo que provoca que te preguntes sobre tu futuro. No sucede lo mismo con un sentimiento como la ira, por ejemplo, que te ayuda a estar más seguro de lo que piensas.
Ilusiones en el día a día
Según Whitson aunque creas que te has liberado de supersticiones e historias de fantasmas puede que creas en otras que son igual de extrañas.
Puede ser una teoría sobre el gobierno, o la creencia de que tus colegas de trabajo están conspirando contra ti, basada en algunos comentarios falsos.
Tal vez un ejemplo de la habilidad del cerebro para construir patrones ilusorios podría verse en la respuesta al reciente brote de ébola. Ejemplos son la aparición de remedios caseros, miedo en Occidente de que podría propagarse a través del aire y teorías de que fue creado por los gobiernos ricos.
"Es fácil verse a uno mismo como el que tiene las cartas de la racionalidad, pero es más inteligente entender que todos tendemos a cometer los mismo errores cuando sentimos que perdemos el control", afirma Whitson.
"Deberíamos estar dispuestos a evaluar nuestras suposiciones más cuidadosamente", añade.
Tal como lo demostraron Churchill, Turing y Conan Doyle, hasta las mentes más brillantes pueden darse a las conjeturas de vez en cuando.