Washington, D. C.- Los dos líderes compartieron frontera durante seis años, pero el ex presidente mexicano Vicente Fox está lanzando dardos contra su otrora amigo George W. Bush.
Según reportes de la revista U.S. News and World Report citados por CNN, en su nuevo libro “Revolution of Hope”, Vicente Fox se refiere al presidente de Estados Unidos como “el tipo más arrogante que he conocido en toda mi vida”.
Fox también hace declaraciones críticas acerca de la política de Bush respecto a Irak y a la inmigración, según la revista.
Aunque describe las relaciones cordiales que tuvo con Bush, en su libro Fox también dice que el estadounidense habla un “español de primaria”, para indicar que su nivel del castellano era bastante bajo.
Fox también dice que nunca pensó que Bush ganaría la presidencia en EU. “Puedo decir honestamente que nunca pensé que George W. Bush entraría a la Casa Blanca”, dice.
El libro de Fox, que saldrá a la venta el 4 de octubre y es publicado por la editorial Penguin, también habla sobre las “cercanas pero chispeantes” relaciones con el ex primer ministro británico, Tony Blair, el líder cubano Fidel Castro, el presidente ruso Vladimir Putin, y el mandatario venezolano Hugo Chávez.
Los dislates de Fox
Alfonso Zárate
Fox sigue haciendo de las suyas. Cada vez que abre la boca exhibe su ignorancia y estulticia. Poco importa que cambie la nacionalidad a Vargas Llosa o le atribuya un Premio Nobel que no tiene, allá él con sus zonceras, lo inquietante es que, en algunos casos, enrarece el clima político.
Su pequeña anécdota en Washington acerca de "su victoria" sobre López Obrador, dificulta al presidente Calderón la construcción de acuerdos con los partidos del Frente Amplio Progresista (PRD, PT y Convergencia) y sirve a quienes están a la pepena de errores para sacar raja, como los legisladores del PRD que denunciaron a Fox por delitos electorales.
Calderón nunca fue el candidato de la pareja presidencial. Manuel Espino operó, desde la presidencia del PAN, a favor de Santiago Creel y perdió. Quizás eso explica los intentos de Espino por ningunearlo y definirlo como "chaparrito, pelón, de lentes", y agitarle las aguas con sus declaraciones sobre el presidente Rodríguez Zapatero ante el terrorismo, mientras Calderón estaba de visita oficial en España.
También cabría otra hipótesis: Que estemos ante una maquinación para doblegar al presidente. Los presidentes expresan y, en algunos casos, encabezan densas redes de intereses. Con harta frecuencia los aliados devienen en socios y cómplices más allá del sexenio. En esa lógica parece inscribirse la invitación de Espino a tres ex miembros del equipo de Fox: Carlos Abascal, Ernesto Derbez y Francisco Javier Salazar (nada que presumir) a formar, desde el CEN del PAN, una especie de gabinete en la sombra.
Los ex presidentes y el poder
Tras la experiencia del Maximato (cuando el ex presidente Plutarco Elías Calles se constituyó en factotum de la vida pública) se impuso una regla no escrita: quienes han detentado el summum del poder, deben guardar prudente silencio.
La recuperación del poder para el titular del Ejecutivo ocurrió en 1936 luego de que Calles, a través de su vocero, el senador Ezequiel Padilla, describió la situación del país como "desordenada, llena de agitación y de signos de futuros desastres". Cárdenas calificó aquello como "una intromisión ilegítima y atentatoria" que no estaba dispuesto a tolerar. Echó a los callistas de su gabinete y sacó a Calles del país.
En octubre de 2000, cuando declinaba el mandato de Zedillo, el ex presidente Carlos Salinas denunció desde España una "persecución de Estado" y distribuyó en ciertos medios adelantos de su libro Un paso difícil a la modernidad. Esos movimientos anticipaban el regreso del que nunca se fue, la revisión de su papel histórico (sobre todo por "los errores de diciembre"), su gestión para liberar a su hermano Raúl y su idea de reposicionar al salinismo. Pero bastó para ponerlo quieto una maniobra desde la presidencia: filtrar, al noticiero estelar de Televisa, las conversaciones entre Adriana y Raúl Salinas, que revelaban complicidades de la familia.
¡Cállate, chachalaca!
Como todo ciudadano, los ex presidentes tienen derecho a expresar sus ideas, y la responsabilidad de hacerlo con mesura. Fox nunca entendió la importancia de la palabra presidencial, por eso requirió de un vocero que lo interpretara.
En los últimos días de su mandato, Fox dijo que, como ya se iba, podía decir cualquier tontería. Lo cierto es que las dijo siempre: como candidato con promesas fantasiosas, ya presidente con discursos edulcorados (Vicente en el país de las maravillas). Pero su incontinencia verbal (un elogio a la improvisación, chabacanería y frivolidad) tiene efectos políticos: desorienta, irrita, y eso no se vale.
¿Será necesario que Calderón recurra a los viejos usos para imponerle prudencia? No tendría que inventar: el secretario de la Función Pública, Germán Martínez, tiene expedientes de los excesos y corrupción en el gobierno de Fox y el de Gobernación, Francisco Ramírez Acuña, datos de los manejos de los hijos de Marta Sahagún y de Ana Cristina Fox.
A Fox habría que recordarle lo que las madres dicen a los hijos atolondrados: "Calladito se ve más bonito, m’ijo".
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