Política chimiscolera
Raúl Héctor Campa García
Lunes 19 de Enero de 2015

Haciendo referencia, de nuevo, al famoso filósofo de Güemes, “que los políticos son como los gatos dentro de una chimenea; el que no sale quemado, sale tiznado” y a varios hasta se la “tiznan a su…”, según la lupa chimiscolera con que se vea,  se la tiznan.

Como todo año electorero, los dimes, diretes y trapitos al sol, salen a relucir. Algunos bien fundamentados, unos supuestos e inventados, con tal de desprestigiar a tal o cual personaje político.

Es tiempo pues de grilla, de las patadas por debajo de la mesa; que no debería de ser. Se usan todos los medios de comunicación, pero sobretodo las redes sociales: Facebook, Twitter, WhatsApp e inclusive la prensa escrita, por radio o televisión y todo encaminado a ganar el poder político.

Pero a costa de la denigración de las personas, a través del rumor, la diatriba (escrito violento o injurioso), el chisme; distribuyéndose estos en todos los medios, chismeando, a regarla (Chismear ¿será pleonasmo? ¡Chis y mear!). Una política basada en chismes, o sea chimiscolera.

A propósito de esto, hoy se escuchó por radio, temprano, el comentario del presidente del PRI en Sonora (aquel que “sirvió” al PRI-SONORA Boursista), haciendo alusión al actual gobernador del Estado, contra quien compitió en la elección del 2009, no siéndole favorable el voto.

Desde entonces ha dirigido sus pocos argumentos en contra del gobierno del Estado y su titular, con un característico tono de resentimiento, de quien hasta la fecha no ha podido aceptar su derrota. Según mi punto de vista.

 Puede haber algunos lectores que disientan, es su derecho, tanto como el de expresar también mi opinión.

En nuestra incipiente democracia, en ciernes, ahora que en los últimos años se ha dado en el país la alternancia política, cuando no se gana se argumenta fraude y cuando se gana con la mayoría de votos es democracia.

Cuando se pierde, no hay la aceptación de la derrota y menos cuando la derrota es para el partido que ejerció hegemónicamente el poder por muchos años y empieza el chismorreo “político”.

Las acusaciones se realizan a través de los medios de comunicación, envenenando a la ciudadanía y eso influye a que la credibilidad en los políticos sea prácticamente nula, creando una sociedad más apática a la participación cívica.

Esto hace que la población no participe en los procesos electorales (a veces más del 50% del padrón ciudadano), que ya está hasta el gorro de chismes. ¿A quién beneficia este abstencionismo ciudadano provocado por la política chimiscolera?

Por supuesto, al partido que todavía tiene el mayor corporativismo político (CTM y la mayoría de los sindicatos y otras centrales obreras, comandadas por “honorables miembros de tan conocido partido”. El voto corporativo asegura a ese partido aproximadamente entre un 20 o 30%de los votos, por eso con la “chismografía” se “incentiva” el abstencionismo.

Pero eso se puede revertir cuando la ciudadanía sale a ejercer su sufragio en más del 50%; el supuesto, el aquel entonces “partidazo” pierde elecciones.

Claro también tiene mucho que ver los mecanismos coercitivos, las amenazas laborales, la compra de conciencias, los cotos de poder de grupúsculos- en todos los partidos- para inducir el voto.

Todo esto lo sazona la denigrante política chimiscolera, que no entra en la definición de una verdadera política. Hasta aquí concluyo este artículo chimiscolero.

Saludos con mi afecto.

Dr. Raúl Héctor Campa García.

 
 

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